Hunab, proyecto de educación ambiental único a nivel mundial

La determinación de la yucateca Maritza Morales Casanova por defender todas las formas de vida, logró convertirse en uno de los proyectos de educación ambiental mexicano con mayor reconocimiento nacional y mundial.

En 1995, con 10 años de edad, Morales Casanova tenía claro que uno de los objetivos de su vida era defender el medio ambiente, en especial aquellas especies de flora y fauna en riesgo de extinguirse.

Fue así como nació Hunab, Proyecto de Vida, que a 20 años de su inicio ha recibido reconocimientos de los presidentes mexicanos, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

De igual forma, la ahora joven ambientalista de 30 años, se ha hecho merecedora de distinciones internacionales de instituciones como National Geographic, el Rolex Award 2012 Young Laureates y un reconocimiento del propio Vaticano.

En entrevista con Notimex, Morales Casanova explicó que Hunab opera en el parque Ceiba Pentandra, en esta ciudad, desde donde se forma a niños de 6 a 14 años, con un programa educativo que promueve el cuidado de la vida y el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales.

Resaltó que las metodologías aplicadas son únicas en el mundo, ya que es un espacio temático que mezcla la diversión con lo educativo en donde los instructores "son niños para niños".

Mediante juegos y actividades interactivas, los menores recorren amplias áreas verdes, estanques con peces, tortugas y caracoles, dos palapas de huano y paredes hechas de madera.

“El objetivo de esas actividades es despertar el interés de los menores por ser héroes de "nuestra abuelita Tierra" con juegos que incluso ellos mismos han propuesto para lograr un desarrollo sustentable”, destacó la especialista.

Detalló que entre las más de 25 formas de juegos, que ella y los niños han inventado por años, ha prevalecido el denominado "fahunabrijes", que consiste en dar forma de alebrijes a vainas de moringa.

De igual forma se encuentra el de "puros descontaminantes" que es clavar en la tierra las vainas cilíndricas de los árboles denominados "lluvia de oro" para descontaminar la Tierra.

Otra de las ideas que ha prevalecido es elaborar dijes y collares hechos con semillas, que ellos (los niños) se llevan puestos para que cuando caminen, se distribuyan y apoyen las acciones de reforestación.

La también exploradora emergente de National Geographic, señaló que el programa de formación potencializa las capacidades creativas de los menores y se les recalca que son responsables de prepararse desde ahora para cuidar el planeta.

"Creemos en las capacidades de los niños y niñas, quienes después de un año de preparación en Hunab se convierten en instructores infantiles de medio ambiente, con el tiempo van desarrollando sus propios proyectos", abundó.

La confianza hacia los menores ha motivado que ellos tengan sus propias propuestas como proyectos, tal es el caso de Andry, que promueve una campaña para recolectar las pilas, que tiene como objetivo evitar la contaminación del manto freático.

En tanto, Amanda promueve los huertos familiares para ocupar de manera eficiente el espacio vertical reciclando también las botellas pet y Pablo que protege las aves.

Ellos se convierten en líderes de sus propios grupos ambientales, como Laura que asistió a Hawaii como invitada en el Parque Nacional de los Volcanes.

Tras recibir este año en el Vaticano el Premio Internacional Giuseppe Sciacca por su defensa de la vida, apuntó que la meta es seguir creando metodologías divertidas para enseñar temas para conservar el medio ambiente.

"La acción más importante es seguir empoderando a los menores y jóvenes como agentes de cambio e instruir a la siguiente generación de héroes y heroínas de la abuelita Tierra", aseguró.

El trabajo de Hunab, también goza del reconocimiento de instancias oficiales como el caso de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente (Seduma).