Indígena roba a joven, de modo sagaz

Un joven celebró su mayoría de edad con un robo sufrido en un cajero automático de conocida sucursal bancaria capitalina.

Un hombre de rasgos indígenas le “vendió” un boleto de lotería premiado.

La madre del muchacho lo reprendió por perder el único dinero que les serviría para comer.

Catalina Castillo se encontraba mal de salud. Enferma de chikungunya, no podía salir de casa para ir al trabajo. Tampoco podía ir a la calle por sus mandados.

Ayer, cuando supo que le habían depositado el pago adelantado de su quincena, ante la imposibilidad de ir al banco por su propio pie, pidió a su hijo mayor que fuera en su lugar.

Le dio la tarjeta de débito. “Juan Carlos, ve al banco de La Salle. Retira lo que haya”. Acto seguido le entregó el plástico.

El joven salió de su casa en la avenida Tlatelolco, de la colonia Azteca (sur oriente de Tuxtla Gutiérrez), abordó su colectivo. Enfiló hacia el cajero de Banorte, ubicado en el bulevar Ángel Albino Corzo y callejón La Salle.

Insertó la tarjeta en el cajero automático, marcó el NIP. Retiró la quincena de su mamá, unos dos mil 500 pesos.

Cuando el joven salía del cajero, se topó con un hombre de rasgos indígenas. Moreno, de unos 34 años, vestía pantalón azul de mezclilla, camisa verde a cuadros.

Su acento parecía tsotsil. De hecho dijo que era de San Juan Chamulla.

“Tengo este boleto de lotería que ganamos en una escuela de allá. Lo compramos y fue el premiado. Iba a cambiarlo, pero tengo prisa. Un familiar tuvo un accidente y me urgen cuatro mil pesos. Te lo doy y dame lo que tengas”, le indicó.

Juan Carlos vio la oportunidad de mostrarle a su mamá que era confiable, que podía hacer buenos “negocios”. “Solo tengo dos mil 500 pesos”, le dijo al desconocido, quien tomó el dinero y entregó el billete de lotería.

Juan Carlos regresó a casa feliz, con el billete “premiado”. Su mamá casi se desmaya al recibir la noticia. Pero le concedió el beneficio de la duda.

Llamó su hermana para que acompañara a su sobrino y fueran a la oficina de Lotería Nacional. Ahí les dijeron que el billete era genuino, pero de una edición pasada. Y no fue premiado.

La apesadumbrada mujer reprendió a su hijo.

La agraviada no quiso denunciar el hecho ante la Policía, para evitar que el incidente trascendiera y su hijo no quedara evidenciado.