Antes del estreno de su reality, Kylie Jenner ya había prometido que mostraría una versión suya desconocida hasta la fecha en lugar de apostar por documentar cada minuto de su rutina diaria u orquestar dramas personales para aumentar la audiencia.

De momento, la hermana pequeña ya ha accedido a hablar de cómo le ha afectado una fama que nunca quiso —en sus propias palabras— y que la convirtió en un personaje público con tan solo 9 años, cuando arrancó Keeping up with the Kardashians.

En su búsqueda para recuperar las riendas de su vida y tratar de decidir qué hacer en el futuro, la celebridad ha recurrido a la terapia, documentada, eso sí, por las cámaras de su show, con la intención de descifrar las contradicciones en las que sabe que incurre: por ejemplo, quejarse de no poder andar por la calle sin que la molesten, al mismo tiempo de que se expone en la red.

“No sé lo que es tener una vida normal, en la que nadie sepa quién eres, en la que puedas bajar de tu coche sin que haya personas mirándote fijamente”, explica a su terapeuta.

“Creo que he perdido muchas partes de mí. Mi faceta más divertida, por ejemplo (…) La gente dice cosas crueles todo el tiempo, así funcionan las redes sociales; es un espacio cruel y negativo”, ha explicado la joven de 19 años en la primera entrega del programa.

“Cada día hay algo nuevo sobre mí ahí fuera, siempre negativo. Al principio toda esta situación me afectó mucho, así que decidí que no le mostraría a los demás ese lado mío. Ahora proyecto una versión de mí misma que no es del todo verdad”, reconoce, haciendo una clara distinción entre cómo se comporta en sus perfiles de Instagram, Twitter y Snapchat y cómo es en realidad de puertas hacia dentro.