La fijación de Miró con el arte sumerio

No se sabe cuándo Joan Miró tuvo su primer “impacto visual” con el mundo sumerio, pero en una visita que realizó al Museo del Louvre en 1963 junto a Pierre Schneider le dijo al historiador “vayamos a mis barrios” en referencia a la zona de Sumeria, confesándole que antes iba más al museo por las pinturas y “ahora, cada vez más, vengo por esto”.

La fascinación de Miró por estas piezas, el primitivismo de sus formas y sus grandes ojos no es único en el mundo del arte. A este influjo silencioso está dedicado la exposición “Sumeria y el paradigma moderno” (hasta el 21 de enero) que inaugura la Fundación Joan Miró de Barcelona con el patrocinio de la Fundación BBVA. Obras creadas hace miles de años conviven y dialogan con algunas de las esculturas, pinturas y proyectos arquitectónicos de artistas contemporáneos.

Todo comenzó en la primera mitad del siglo XIX cuando las grandes potencias occidentales, como Francia, Gran Bretaña y Alemania, comenzaron a excavar en el Próximo Oriente; una zona con un interés estratégico, ya que su control permitía la conexión con la India e Indochina, pero también permitía estudiar las ciudades que aparecían en un libro fundamental como era la Biblia, algo que se aprovechaba para legitimar el interés sobre estas tierras, consideradas zonas cristianas.

La exposición explica, de forma didáctica, cómo se produjo el descubrimiento y la exploración del Próximo Oriente, cómo las publicaciones científicas se hicieron eco, pero también cómo los periódicos recogían las conferencias que permitían difundir al gran público los nuevos hallazgos, como la que se celebró en marzo de 1929 en Ateneo Barcelonés sobre las tumbas reales de Ur.