Las cascadas y sus conflictos

Las emblemáticas Cascadas de Agua Azul, cuya caída principal, La Golondrina, se secó hace cuatro días, no han estado exentas de disputas entre grupos indígenas de la región, lo que ha dejado muertos y heridos, principalmente en la última década.

Este centro ecoturístico, ubicado en el Norte de la entidad y uno de los sitios naturales más visitados en Chiapas, fue construido el 2 de diciembre de 1976, luego de que el gobierno federal donó a los habitantes del poblado Agua Azul, 488 hectáreas para uso comunal, que el propietario, Enrique Zardain Villegas, le había donado a las autoridades que entonces presidía Luis Echeverría Álvarez.

Turismo

Alberto López Urbina, presidente de la Sociedad Cooperativa de las Cascadas de Agua Azul, que administra el centro ecoturístico y en el que participan 87 socios, contó que pronto el sitio atrajo la atención de turistas nacionales y extranjeros, por su belleza natural y el color azul del agua del río Agua Azul.

López Urbina contó que años después comenzaron los problemas por la disputa con otros grupos, agravados el 6 de febrero de 2010, cuando pobladores de Agua Azul se enfrentaron con simpatizantes Zapatistas, en la zona en la que se encuentran las cascadas de Bolom Ajaw, no abiertas al público.

“El 12 de marzo de 2003, entraron como 80 personas y se posesionaron del terreno, situado a cuatro kilómetros de Agua Azul. Antes teníamos como 488 hectáreas, pero desde que entró ese grupo que se quedó como con 110 hectáreas, nos quedaron oficialmente 339”, agregó.

Afirmó que “como peleamos el terreno”, el 6 de febrero de 2010, se suscitó un enfrentamiento en Bolom Ajaw, en el que murió a balazos, Adolfo Moreno Estrada, de Agua Azul.

Señaló que después de este enfrentamiento, “regresó la tranquilidad poco a poco, y fue cuando el gobernador Juan Sabines Guerrero quien nos ofreció regularizar el terreno, porque era todavía de Sardain Villegas; en 2015 nos dieron los documentos oficiales por 339 hectáreas”, pero los simpatizantes Zapatistas “nos han dicho que sólo nos van a reconocer 80 hectáreas, por lo que el 3 de octubre de 2016, empezaron a colocar alambre y nos dejaron un pedacito; quedamos encerrados y estamos peleando para que se nos reconozcan las 339 hectáreas que nos corresponden”.