Libro aborda los orígenes de Caña Hueca
Acompañando al autor estuvieron Carlos Eugenio Ruiz, rector de la Unach, y José María López. Diana Ramírez/CP

La Universidad Autónoma de Chiapas (Unach) presentó el miércoles por la tarde en la Biblioteca Central Universitaria el libro Caña Hueca, del autor tuxtleco Virgilio Segundo Culebro, quien ofrece al lector una obra de indudable valor histórico, narrada de manera ágil y sencilla desde un panorama doble: el de cronista en práctica y el de antiguo habitante del rancho que actualmente es parque recreativo.

Con estudios en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), abogado postulante y frente de sucursal durante nueve años del Banco Comercial Mexicano, en la Ciudad de México, donde radicó en 29 años, regresa a Chiapas en 1978 como apoderado legal del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores al servicio del Estado (Issste). Al margen de su actividad profesional desarrolló otras, de índole literaria, al ejercer como cronista, trabajo que le ha valido varios reconocimientos.

Pero no fue como cronista que se ganó la atención de la Unach para editar y publicar su libro Caña Hueca, porque, como él mismo comentó durante la presentación de su obra, jamás tuvo la intención de ser publicado de esta forma; no había investigado, indagado o trabajado como cronista o historiador: Virgilio S. Culebro no había hecho más que plasmar sus memorias del Tuxtla de ayer.

En la presentación de esta joya de la historiografía tuxtleca lo acompañaron José María López Sánchez como comentador y Carlos Eugenio Ruiz Hernández, rector de la Universidad Autónoma de Chiapas. Este último destacó que el libro presentado es una muestra del esfuerzo que realiza la universidad a su cargo en el ámbito editorial, mismo que prioriza la divulgación científica y humanística.

El libro narra cómo el rancho Albión —propiedad del fallecido Mario Jesús Culebro Trujillo, padre del autor— se convirtió en el parque Caña Hueca. Con un área de 19 hectáreas y que tenía todo tipo de árboles frutales de la región, el terreno era un auténtico vergel cercado por un entonces cristalino Sabinal y el callejón Tzapatá, que en zoque significa “calle empedrada en forma de petate” y que por ignorancia de los jóvenes fue llamado Emiliano Zapata.

La belleza del lugar llevó a que el entonces gobernador Samuel León Brindis, amigo personal de Mario Jesús Culebro, le ofreciera un millón de pesos por el lugar. Una compra que se frustró con él, pero que terminó por realizarse siendo gobernador Juan Sabines. Esta y otras historias son las que se abordan en el libro.