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La novela se enfoca en la temeraria tentativa de dos jóvenes sacerdotes portugueses de tomar el relevo del padre Ferreira. A finales del siglo XVI la política del Japón dio un violento viraje en materia de tolerancia religiosa.

Por entonces existía en el país una pequeña pero nada despreciable comunidad de católicos nativos, fruto del esfuerzo evangelizador desplegado por decenas de sacerdotes llegados desde 1549, el primero de ellos, como se sabe, fue San Francisco Javier. A partir de 1587, los cristianos comenzaron a ser perseguidos con fiereza, resultado de lo cual muchos de ellos fueron atormentados y asesinados; unos cuantos, sacerdotes y feligreses, perecieron crucificados y quemados vivos.

En 1638, los padres Sebastián Rodrigues y Francisco Garpe desembarcan clandestinamente en una isla del archipiélago japonés, adentrándose sin pérdida de tiempo en un territorio erizado de peligros, en busca de lo que quede de la comunidad cristiana. El suyo, conforme muestra la libre recreación de los hechos por el novelista, será un itinerario breve y surcado de padecimientos.

Endo, nacido en 1923 y fallecido en 1996, fue un escritor japonés que disfrutó en vida de una sólida reputación en su país. Profesaba la religión católica, y estudió literatura francesa en la Universidad de Lyon. Publicada por primera vez en 1966, Silencio es considerada una de sus obras maestras; séalo o no, sin duda es el destilado de sus más profundas inquietudes espirituales, no sólo como católico sino como miembro de una minoría religiosa que en el pasado sufriera una ensañada persecución.

Una parte considerable de la novela reproduce el punto de vista de su protagonista, el padre Rodrigues, tomado de unas cartas que el escritor le atribuye, el resto procede por medio de la narración en tercera persona. Valiéndose de una prosa a un tiempo transida de angustia y austera, concentrándose siempre en el asunto mismo y en los personajes que lo encarnan, Endo da forma a una historia impregnada de dilemas de índole religiosa pero también de amplia resonancia moral, esto por cuanto trascienden el estricto ámbito de la fe.

El título pone de relieve la vulnerabilidad del creyente en medio de las circunstancias más extremas, justo cuando zozobran las convicciones sobre las que se construye la moral del individuo. Apremiado en medida insuperable, invoca éste a la divinidad y no encuentra respuesta, chocando con un silencio de tinieblas que lo sume en desesperanza y desconsuelo.

Espiritualmente derrotado, convertido en un despojo de sí mismo, quien inspirara en Rodrigues el más ferviente ánimo evangelizador actúa ahora como una suerte de opuesto radical, Ferreira es utilizado por los captores del joven sacerdote como un tentador, el mismo que tratará de convencerlo de la inutilidad de mantener la fe.

Al parecer, el Ferreira histórico supo echar pie atrás y someterse a las consecuencias materiales de una recuperada religiosidad, mas en la novela, cuya figura central es Rodrigues, lo tenemos como la contraparte funcional a las urgencias de la narración; pero es una contraparte que, por repulsiva que pueda por momentos parecer, mueve más a comprensión que a rechazo.

Endo es suficiente artista y tiene bastante de pensador como para no simplificar, no son sus protagonistas unos personajes unidimensionales ni lo reduce todo a una visión esquemática en blanco y negro. En suma, es una lectura valiosa. La novela ha sido recientemente llevada al cine por Martin Scorsese.