LIBROS

Para Jack, un niño de cinco años, la habitación es el mundo entero, el lugar donde nació, donde come, juega y aprende con su madre. Por la noche, mamá lo pone a dormir en el armario, por si viene el Viejo Nick. La habitación es el hogar de Jack, mientras para su madre es el cubículo donde lleva siete años encerrada, secuestrada desde los diecinueve.

Con gran ingenio, la joven ha creado en ese reducido espacio una vida para su hijo, y su amor por él es lo único que le permite soportar lo insoportable. Sin embargo, la curiosidad de Jack va en aumento, a la par que la desesperación de su madre, que sabe que la habitación no podrá contener ambas cosas por mucho más tiempo.

Publicada en 2010, esta novela escrita por la irlandesa establecida en Canadá Emma Donoghue está inspirada en los terribles y extraños casos de Natascha Kampusch y el llamado “monstruo de Amstetten”.

La madre de Jack fue secuestrada por un desalmado cuando tenía diecinueve años e iba camino de la universidad. Por lo tanto, lleva siete años cautiva; siete años sin haber vuelto a ver la luz del sol. En ocasiones, la mujer esconde a su hijo Jack, concebido y nacido en la habitación, en el armario para que su captor nunca lo vea aunque, por supuesto, él sabe de su existencia. La madre y Jack llaman a su secuestrador el Viejo Nick. Así, para el pequeño Jack su mundo está en ese pequeño espacio, con El Techo, El Suelo, La Cama, El Armario... Y la única persona que conoce es mamá.

La habitación tiene una tele; en ella, los cautivos ven sobre todo programación infantil y la madre le hace creer a su hijo que lo que allí sale no es real, “solo tele”, y que afuera hay una especie de espacio exterior. El Viejo Nick es alguien a quien hay que temer, pero también quien les compra la comida, les saca la basura y, los domingos, les concede un capricho material que ellos han de escoger, desde prendas de ropa, lápices de colores, libros o juguetes.

La rutina de ambos cautivos se hace soportable gracias a que mamá hace en todo momento el papel de madre protectora pero también el de una excelente compañera de juegos y dota a su hijo de una educación compuesta por recursos pedagógicos. Solo en ocasiones, mamá se derrumba y se queda en estado catatónico.

Pero esta extraña rutina pronto llegará a su fin: un buen día, Jack y su madre preparan un plan de escape inspirado en el Conde de Montecristo que será su única esperanza de salir con vida de la habitación, cuya puerta se abre con un código numérico que solo el Viejo Nick conoce.

Con estos elementos, la escritora es sabia e intuitiva y se ha inspirado en el mayor de sus dos hijos para engendrar a su Jack literario, el que, salvo alguno que otro detalle, es más o menos creíble. También ayuda el hecho de que la historia la narre el niño; solo conocemos su punto de vista, no sabemos cómo está la madre en realidad ni lo que se le pasa por la cabeza ni quién es realmente el Viejo Nick.

Pero la frescura de Jack hace que al lector se le haga fácil la lectura de una historia que podía haber sido un artefacto angustioso y torturador, sobre todo en la parte del plan de escape, que te mantiene en una gran tensión.

Esta historia deja claro que el amor de una madre por su hijo puede conquistar metas que parecían imposibles, que el ser humano es una criatura con un instinto de supervivencia grandioso que puede llegar a vivir dignamente incluso en los entornos más denigrantes, y que la esperanza, más que una palabra, es la materia prima de la que están hechos los luchadores natos.