LIBROS

Este libro relata las peripecias y experiencias de un recién doctorado en medicina que empieza a ejercer la profesión en el medio rural poco antes de la Revolución Rusa. En este libro basado parcialmente en experiencias propias, el lector encontrará historias emocionantes, estremecedoras, fieramente humanas.

Mijaíl Bulgákov es el reconocido autor de El maestro y Margarita, pero años antes de escribir su obra maestra, Bulgákov estudió medicina y, recién licenciado, ejerció en un pequeño hospital rural. Sus experiencias como médico primerizo fueron recogidas en Diario de un joven médico, una colección de anécdotas que recogen el aprendizaje de un médico rural en los años previos a la Revolución Rusa. Las historias que Bulgákov reunió dejan constancia de las dudas de un joven universitario que aprende por la fuerza lo poco que se parece la práctica real de la medicina a lo aprendido en las aulas. Sin más ayuda que un enfermero y un par de comadronas, deberá tratar a una muchacha gravemente herida. No puede mostrar las dudas que lo atenazan a cada paso de la operación, debe dar muestras de seguridad ante su equipo aunque con cada incisión tema por la vida de la paciente.

Ese es el primer punto de interés de esta lectura, su lado profundamente humano. Con frecuencia se olvida que los médicos no son sino personas, que dudan, temen, se cansan e incluso, por desgracia, cometen alguna falta o no cumplen con sus obligaciones.

En este libro el médico se muestra como una persona sencilla y, tal vez debido a su inexperiencia, que reconoce sin ninguna pena en las páginas de su diario, consigue resultar entrañable. Su mayor miedo en los primeros días de ejercer como médico es tener que asistir a un parto en el que el niño venga al revés, lo repite tan a menudo que el lector acaba por hacer suyo ese temor y, cuando el momento llega, sufre con él la tortura de cometer un error que perjudique a la criatura o a su madre.

Este es otro de los puntos interesantes de Diario de un joven médico, es una pequeña recopilación de casos clínicos, en sus anotaciones el médico Bulgákov presenta los síntomas, apunta las posibles causas y termina por llegar a un diagnóstico. El proceso resulta siempre interesante, entre otras cosas porque el autor nunca se sirve de tecnicismos que puedan desanimar al lector.

El libro es por tanto un testimonio de la vida y los problemas a los que hacía frente un médico rural de la época, que a kilómetros de distancia de cualquier hospital mejor equipado, debe hacer frente con ingenio a los problemas del día a día.

En una sociedad falta de héroes, los médicos lo son. Tal vez héroes domésticos, de andar por casa, a los que ya ni prestamos atención. Pero libros como este nos hacen recordar la importancia que tienen sus desvelos.