LIBROS

Ernest Hemingway fue uno de los  máximos exponentes de lo que se llamó la “escuela de novelistas de lenguaje rudo”. Estos escritores se caracterizaron por un estilo seco y directo, así como por el reflejo en sus obras de una clara noción de la violencia y la muerte.

Con el paso de los años la postura desilusionada de Hemingway derivó hacia una concepción esperanzadora sustentada en la convicción de que es posible construir un mundo nuevo y mejor.

El viejo y el mar (The Old Man and the Sea) escrita en el año de 1951 en Cuba y publicada en 1952. Fue su último trabajo de ficción importante publicado en vida y posiblemente su obra más famosa. La historia se centra en un viejo pescador cubano (Gregorio Fuentes, que en la novela le llama Santiago) y su lucha con un pez espada de gran tamaño.

Santiago y su combate con el gigantesco pez espada (lucha dramática, solitaria y definitiva) se constituyen en símbolos de una actitud vital cuyo significado trasciende al plano donde la voluntad de triunfar y de superar obstáculos es lo más importante. No se trata exclusivamente de ganar, se trata de luchar.

La novela fluye como narración épica sencilla y poderosa. Los personajes no se expresan literariamente, lo hacen como en la vida cotidiana. Es deslumbrante el universo sensorial de la novela. Todo lo que se oye, se huele y se toca, las sensaciones físicas de los personajes, los colores, la sed y el hambre, adquieren una dimensión de contundente realismo.

Esta historia se desarrolla en dos planos paralelos. Uno, el real, constituido por la historia sencilla de Santiago, y el simbólico, en el que se subraya la significación profunda de esa historia. Quiero decir que la novela se inserta en dos tiempos simultáneos, el cronológico y el existencial.

El tiempo cronológico está marcado en la vejez de Santiago, “todo en él era viejo, salvo sus ojos”, en los 84 días en que no ha recogido un solo pez,  en los pocos años del muchacho que lo acompaña, en los tres días que Santiago pasa en altamar… El tiempo existencial tiene que ver con la soledad y la marginación, “nadie debería estar solo en su vejez”, así como la necesidad del viejo de probarse a sí mismo y a los demás pescadores que sigue siendo el mejor pescador del litoral.

El tiempo existencial es un tiempo detenido en la novela hasta que Santiago entabla la lucha con el gran pez. Es la lucha la que despierta el tiempo interno del pescador, la que lo hace sentir vivo.

Aunque la novela ha sido objeto de diferentes críticas, es considerada como uno de los trabajos de ficción más destacados del siglo XX reafirmando el valor literario de la obra de Hemingway. La novela ha sido llevada al cine en numerosas ocasiones. Una de las adaptaciones más conocidas es la de 1958 protagonizada por Spencer Tracy.

En 1953 Hemingway recibió el Premio Pulitzer, y el Nobel de Literatura al año siguiente por su obra completa.