LIBROS

La chica de antes es un thriller que parte de una premisa un tanto peculiar y que es lo primero que llama la atención, la ubicación de la historia: una casa fuera de lo común, pues la persona que acceda a vivir ahí ha de cumplir unos requisitos extraños y desorbitados.

Hay quienes dirían que es una locura cumplir todas esas normas a rajatabla con todo el lastre que conlleva. Sin embargo, Emma, hace tres años, y Jane, en la actualidad, aceptan cumplir con las excentricidades que establece el arquitecto diseñó el lugar y acaban mudándose a la casa de sus sueños: avanzada tecnológicamente, con un diseño que deja la boca abierta, un espacio amplio, seguro y cómodo, en un buen barrio y con un alquiler bastante aceptable.

Pero ¿qué oculta en realidad la casa de Folgate Street Uno? ¿Por qué el arquitecto, Edward, es tan estricto y les prohibe a sus posibles inquilinos tener libros, adornos, muebles e incluso niños? ¿Y por qué Emma y Jane acaban aceptando? Muchas preguntas que se irán agolpando en la mente del lector y de las que obtendrá respuestas poco a poco.

La novela está narrada desde el punto de vista de dos protagonistas muy diferentes pero que empiezan a vivir prácticamente la misma historia, algo que hace que el lector sienta una especie de déjà vu entre estas narraciones situadas en dos espacios temporales diferentes. Los personajes son bastante oscuros y todos tienen mucho que ocultar; es complicado saber cuánto hay de cierto en las palabras de cada uno. Las víctimas se vuelven verdugos, y viceversa, en un abrir y cerrar de ojos.

Se tratan muchísimos temas, aunque la obsesión por el orden y la búsqueda de la perfección llevada al extremo es el eje principal de la novela. Edward, el arquitecto de la casa, es un personaje de lo más extraño e intrigante, aunque a lo largo del libro se van descubriendo muchos detalles que lo acercan al lector para entender su comportamiento.

El final me convence y le da un poco de sentido a todo, sobre todo en lo referente a las condiciones y las preguntas que debían cumplir y responder para habitar la casa. Muchas veces hay que meterse en las historias sin intentar adivinar lo que está pasando y dejar que la historia sea la que te sorprenda.