LIBROS

Mary Lennox es una niña enfermiza, sin ninguna gracia, antipática y cuya actitud deja mucho que desear; de hecho, su manera de ser y apariencia resultaba bastante repelente debido a su egoísmo y constantes caprichos, al igual que su cara agria y desdeñosa.

Tras morir sus padres (víctimas de una epidemia), Mary debe viajar hasta el condado de Yorkshire, donde su tío, el señor Craven, cuidará de ella, pero en realidad no hace más que ofrecerle techo y sustento, pues el hombre resulta ser bastante huraño. Mary comenzará una nueva vida en Misselwhite, una enorme mansión situada en un páramo. Ahí conocerá a Martha (una especie de niñera), quien poco a poco y con las pláticas comenzará a despertar el interés en nuestra pequeña y apática protagonista; también conocerá a Ben Weatherstaff, un jardinero con un carácter tan agrio como el de la misma Mary pero que tiene como amigo a un listo petirrojo que será de gran consuelo y ayuda para encontrar la entrada a un misterioso jardín que ha estado cerrado por diez años.

Los acontecimientos irán pasando poco a poco hasta que por fin conozca a Dickon, uno de los tantos hermanos de Martha y que tiene la curiosa habilidad de simpatizar con los animales; también conocerá a su primo Colin, quien permanece encerrado y oculto en una de las tantas habitaciones de la mansión.

Es un libro corto, de narración sencilla y nada pesado para leer. Los capítulos son bastante pequeños, entre cinco a siete páginas, y muy llevaderos.

Nos enseña que un cambio de actitud y la manera en que vemos las cosas pueden hacer la diferencia. Nosotros elegimos si queremos ser unos quejumbrosos y dejar que las maravillas pasen de largo ante nuestros ojos, o ser unas personas capaces de sorprendernos con el trino de los pájaros y apreciar el perfume de las flores. También nos plantea lo siguiente: no pensar que la gente nos desagrada sin antes preguntarnos: ¿me agrado yo mismo?