Los Pinos: pasado y futuro

Enrique Peña Nieto y su familia no van a tener que dejar anticipadamente la residencia oficial de los Pinos como tuvieron que hacerlo de Echeverría a Calderón. Había sido una práctica que meses antes de que terminara la gestión, comenzaran las remodelaciones para hacer ajustes al gusto del nuevo inquilino, con cargo al erario, por supuesto. Andrés Manuel ha señalado, en diversas ocasiones, que Los Pinos se convertirán en un complejo cultural y la adaptación a las nuevas necesidades comenzará después de iniciado su mandato.

Es común que los presidentes dejen el lugar en el que viven habitualmente para mudarse al espacio que el Estado les tiene reservado. Ahí están la Casa Blanca en Estados Unidos; el Eliseo en Francia; La Alvorada en Brasil; Los Olivos en Argentina o la Casa de Nariño en Colombia, solo por dar unos ejemplos. En algunos casos, la residencia es casa habitación y despacho, en otros es solo casa habitación. Los presidentes chilenos vivieron en La Moneda hasta 1958. Varios presidentes mexicanos habitaron Palacio Nacional y después el Castillo de Chapultepec.

Fue Venustiano Carranza quien ordenó la expropiación de las tierras de La Hormiga para que los funcionarios más cercanos habitaran ahí. La idea era que los presidentes siguieran viviendo en el Castillo de Chapultepec y contaran con un pronto apoyo. La expropiación fue impugnada y el conflicto jurídico se resolvió en 1923 a favor de los propietarios. Fue entonces cuando Álvaro Obregón autorizó la compra del predio. El propio Obregón ya había vivido ahí como secretario de Guerra y Marina y Calles lo había hecho como secretario de Gobernación.

Al general Cárdenas le pareció muy ostentoso vivir en el Castillo de Chapultepec y fue el primer presidente en habitar el espacio que bautizó como Los Pinos, al tiempo que ordenó convertir el Castillo en Museo de Historia. En la administración de Miguel Alemán, Los Pinos se afrancesaron. A Don Adolfo Ruiz Cortines le pareció excesivo el lugar y dudó en mudarse. Lo hizo un año después de iniciado su encargo.

López Mateos no quiso habitar Los Pinos, así que durante su gestión siguió viviendo en su casa de Tecamachalco. La residencia se habilitó como despacho y como espacio para alojar a visitantes extranjeros. Ahí se hospedaron Indira Gandhi, Joseph Broz Tito, Charles de Gaulle y los Kennedy.

En la época de Díaz Ordaz ahí se organizó la fiesta para celebrar su 30 aniversario de bodas con la presencia de Armando Manzanero. La siguiente fiesta memorable fue la de los XV años de Cecilia Salinas Occelli.

El siguiente cambio radical se dio con Luis Echeverría cuando todo tomó sabor mexicano. El estilo de su casa de San Jerónimo se trasladó a Los Pinos y su residencia personal se abrió para la Academia de danza que fundó Doña María Esther.

En sus memorias, López Portillo narra que él y José Ramón, su hijo, se fueron a dormir a Los Pinos desde el primer día, aunque los trabajos de remodelación no estaban concluidos.

Desde Miguel de la Madrid, Los Pinos se usaron más que Palacio Nacional como despacho y lugar de oficinas. El histórico recinto del Zócalo quedó reservado para la fiesta de la Independencia, recepción de altos dignatarios y lugar para la entrega de cartas credenciales de los embajadores. El área norte siguió siendo usada por la Secretaría de Hacienda y un área del sur por la Consejería Jurídica. Luis Donaldo Colosio despachó ahí como secretario de Desarrollo Social.

Con la llegada de López Obrador a la Presidencia, los usos de Palacio Nacional y de Los Pinos van a variar. Todavía no conocemos los detalles, pero corresponden a lo que ha llamado austeridad republicana. Ese espacio dejará de ser el lugar de ingreso de unos cuantos para destinarlo al disfrute de la población en general, esa es su idea.