“Malos y feos”, subsidios a pesca

Al mejor estilo de Clint Eastwood, en el sector pesquero de México también aparecen los “malos y feos”, y son quienes destacan por ser los protagonistas. Y el filme comienza así:

Las tripulaciones Luna nacieron en la costa de Sonora, en Puerto Peñasco. Cristino es quien se encarga de administrarlas, él es el único de la familia con estudios universitarios y quien calcula cada gasto para la extracción de camarón, merluza y escama. Salir a pescar a los mares mexicanos implica combustible, comida, hielo, aceite, salarios y refacciones, sobre todo el primero. En un mes los motores consumen 126 mil litros de diésel marino, equivalentes a más de dos millones de pesos, el gasto más agobiante.

Para fomentar la actividad, el gobierno federal entrega subsidios. En el combustible se les aporta dos pesos por cada litro, menos de un centavo de dólar. Sin ese apoyo, Cristino y su familia no mantendrían su empresa a flote.

Arturo, de 57 años, sólo recibió en una ocasión dicho apoyo, en época de veda, desde entonces, dice, los subsidios no se entregan al “pescador jodido”.

Diariamente, la Comisión Nacional de Pesca (Conapesca) entregó 2.5 millones de pesos durante el periodo 2008-2015, más de 7 mil millones de pesos en total. De esa cantidad, 38% (2 mil 855 millones de pesos) se ocupó en subsidios “malos y feos” que no contribuyeron a la pesca sustentable (económica, ambiental y social), de acuerdo con la Iniciativa dataMARES, una alianza entre científicos y periodistas de El Universal.

¿Quién gana?

Los economistas internacionales clasifican los apoyos como el western de Clint Eastwood: “buenos, malos y feos”. Rashid Sumaila, investigador de la University of British Columbia (UBC), de Canadá, clasifica a los subsidios como “buenos” cuando se enfocan en la productividad sin rebasar las capturas establecidas; los “malos” producen sin procesos controlados y de los “feos” se desconocen los resultados.

El ejemplo de subsidio “malo y feo” más costoso es el del combustible, con 38.32%, debido a que fomenta que los pescadores capturen sin control y, por otro lado, permite operar bajo una percepción de que existe rentabilidad, es decir, que es una empresa sostenible.

En México dominan los dos últimos, aunque éste dilema macroeconómico es de presencia mundial.

Reforma necesaria

Sin los subsidios, las empresas pesqueras no se sostienen, según trabajadores entrevistados. Para los expertos, las empresas no son rentables, pues existe, subrayan, sobrecapitalización y sobreexplotación.

Enrique Sanjurjo, coordinador de Política y Desarrollo del WWF, critica que la pesca reciba apoyo económico para reducir el costo, pues provoca que las empresas menos eficientes sigan en el mercado y reduzcan la competitividad.

El estudio “Algunas directrices para la reforma de pesquerías mexicanas”, encabezado por Cisneros Mata, sugiere que una reforma al sector debe abordar aspectos socioeconómicos, la integración de mecanismos que agreguen valor al producto e incluir mejor tecnología. Sin embargo, los montos para equipamiento e infraestructura sólo alcanzan 7%, equivalente a 519 mdp durante 2011-2012.