Mujeres afectadas viven solas, enfermas y en la calle
Las cuatro mujeres desamparadas, viven en la calle, su casa está por caer y nadie las ayuda. Avisaín Alegría/ CP

Por temor a que la casa caiga sobre ellas en cualquier momento, y por disposición oficial, cuatro mujeres viven en la calle. Fueron dejadas fuera de su vivienda y fuera del padrón de afectados por el sismo. Con una lona piden ayuda ciudadana.

El portón de la cochera en la casa número 321 sobre la avenida Río Cintalapa se abre. No sale un auto sino una silla de ruedas.

“Nunca hemos tenido coche, menos ahora”, dice Elizabeth. Es que la crisis se les vino encima de golpe tras el sismo del 7 de septiembre. Y la casita también está por caer.

“Truena bien feo. Entramos corriendo a traer algo o al baño y salimos rápido. Todo el día estamos en la calle. Dormimos en la cochera”, agrega Elizabeth.

En el reducido espacio del garaje hay una cama matrimonial, una individual, un sillón y un refrigerador.

Techos y paredes de la casita ubicada en la esquina de la calle Río Grijalva de la colonia 24 de junio, lucen con grietas.

Las piezas están vacías y abandonadas. Las mujeres no hacen aseo por temor.

Protección Civil les prohibió entrar. Sólo a eso llegaron, dicen.

El personal llegó de noche. “Subieron al techo, tomaron foto con celular, anotaron al saber qué cosa y se fueron. Antes nos dijeron que fuéramos a un albergue. Y nos prohibieron entrar a la casa”, dice a punto del llanto la mujer que se hace cargo de su familia.

Pero ahora Elizabeth está incapacitada. Y las cuatro se sientan fuera de la casa dañada, viendo desesperadas el paso del tiempo. Y desesperadas ven la apatía de quienes deben ayudar y no lo hacen.

Mientras Mercedes Flores Flores, de 88 años, observa desde su silla de ruedas y mientras Elizabeth Santiago Flores da la entrevista, Marisela tiende la “mesa”. Es hora del desayuno.

Unas tablas y un plástico encima servirán para que las mujeres puedan ingerir algo.

María Elena García Flores, media hermana de Elizabeth y Marisela, espera de pie. Ella sufre ataques epilépticos. “Toma carbamazepina de 400 mg, fenitoina sódica de 100 y clanaczepam de 2 mg. Este último es controlado.

Elizabeth es quien cubre todos los gastos médicos y de alimentación de todas. Y es mucho peso.

Por ello pide ayuda ciudadana. Y exige al gobierno haga lo propio, pues “no ha movido un dedo”.

Hace 10 días les dieron el “tiro de gracia”. Les dijeron que no están incluidas dentro del padrón de afectadas.

“No es posible que a otros les den tarjetas con 100 mil pesos y nosotras que estamos solas no nos den ni una bolsa de cemento”, concluye Elizabeth. Su voz denota coraje, impotencia y dolor.

Pero toma aire y recobra la esperanza. Ya no tanto en el gobierno sino en la sociedad.Y da su número de teléfono. 9613200602. Espera una palabra de aliento y una mano amiga para sortear esta severa crisis.