El papa Francisco alertó sobre el peligro que vive el mundo moderno ante un creciente mercado de armas y la proliferación nuclear, durante su discurso dirigido a los miembros del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede con motivo del saludo de Año Nuevo.

De acuerdo con información difundida por Vatican News, el Pontífice lamentó que a ello se sume una creciente tendencia a armarse, tanto por parte de los individuos como de los Estados, y que la lucha por el desarme nuclear haya derivado en la búsqueda de armas nuevas y destructivas.

Advirtió que resulta preocupante considerar las consecuencias catastróficas, tanto humanas como ambientales, que derivarían de una detonación ambiental, a lo que se suma la lógica de miedo que concierne, no sólo a las partes en conflicto sino a toda la raza humana por la simple existencia y posesión de estas armas.

El vicepresidente del Instituto de Investigaciones Internacional de Archivos de Desarme, Maurizio Simoncelli, reveló para El Vaticano que a escala mundial hay “un enorme crecimiento de los gastos militares”.

Destacó que en los años de la llamada Guerra Fría, el gasto militar mundial fue de un billón 400 mil millones de dólares; sin embargo, hoy la cifra asciende a más de un billón 739 mil millones de dólares.

Simoncelli señaló que también existe preocupación por el comercio de armas pequeñas y ligeras «utilizadas en todas las guerras olvidadas», y en los últimos años destinadas, en particular, a Oriente Medio y África del Norte.

A ello se suma otro hecho, como la disponibilidad de armas nucleares, ya que a pesar de haber disminuido en número al pasar de 80 mil ojivas durante la Guerra Fría, a más de 15 mil armas atómicas, es seguro que cuatro mil están operativas.

En efecto, esta disminución de armas nucleares ha obedecido a la proliferación de mecanismo bélicos cada vez más precisos, rápidos y potentes, lo que continúa siendo preocupante, ya que prevalece “la búsqueda de armas nuevas y cada vez más sofisticadas y destructivas”, advirtió el papa Francisco en su discurso.

Ante ello, expuso que las armas de destrucción masiva “no generan más que un engañoso sentido de seguridad”, por lo que afirmó que sólo con base en una ética de solidaridad es que se puede dar la coexistencia pacífica entre los miembros de la familia humana.