El verdadero reto para la próxima presidenta

Recientemente tuvimos la oportunidad de ver el primer debate entre los tres candidatos presidenciales. Fue un debate representativo del ambiente político que estamos viviendo, donde las posiciones dogmáticas y las acusaciones son más importantes que las propuestas concretas. Es una pena, porque estamos muy cerca de oportunidades estratégicas que deben ser explotadas por los nuevos líderes de nuestro país. En anticipación a los próximos dos debates, vale la pena explorar algunas de las iniciativas que, con sentido común y pragmatismo, deberían presentar los candidatos.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la economía mexicana mostró un crecimiento del 3.0 % en 2023 frente a una proyección del 4.5 %. Esta diferencia entre lo real y lo proyectado explica el aumento en el endeudamiento de nuestro país, que deberá ser atendido de manera efectiva por nuestro próximo Presidente. El camino hacia la mejora económica, debido a este endeudamiento, es frágil. La inflación, que ha alcanzado tasas superiores al 7 % anual, ha obligado al Banco de México a elevar las tasas de interés, situándolas en niveles no vistos en los últimos años, con el fin de contener presiones inflacionarias y estabilizar el peso. El desempleo sigue siendo una preocupación, con una tasa que, aunque ha disminuido desde los picos de la pandemia, aún no alcanza los niveles pre-pandemia. A esto se suma un alto nivel de empleo informal, que abarca más del 50 % de la población económicamente activa, limitando el acceso a beneficios sociales y a una estabilidad económica más amplia.

Por todo esto, es indispensable evaluar los sectores en los que México tiene un potencial enorme para liderar el camino hacia el crecimiento económico. Uno de estos es el sector tecnológico, que ha visto un incremento en la creación y expansión de startups, así como una inversión creciente en digitalización y nuevas tecnologías. Empresas como Softtek y KIO Networks son ejemplos de cómo México está avanzando en este campo. El sector de energías renovables también representa una gran oportunidad. México, con su abundancia de recursos naturales como la solar y eólica, tiene el potencial de convertirse en un líder regional en la producción de energía limpia. Esto no solo ayudaría a satisfacer la demanda interna, sino que también podría convertir al país en un exportador de energía verde. El turismo es otro pilar fundamental para la economía mexicana, aportando aproximadamente el 8.5 % del PIB nacional. La riqueza cultural y natural de México lo convierte en uno de los destinos más atractivos del mundo. Potenciar este sector con inversiones en infraestructura turística y campañas de marketing podría multiplicar sus beneficios económicos.

Para capitalizar estas oportunidades, México debe enfrentar varios desafíos estructurales. La infraestructura del país necesita mejoras significativas, especialmente en transporte y telecomunicaciones, para facilitar el comercio y la inversión. La educación y capacitación laboral son fundamentales para preparar a la fuerza laboral para las demandas de una economía moderna y globalizada. Además, la violencia, corrupción y la burocracia siguen siendo obstáculos importantes. Integrar más eficazmente a México en las cadenas de valor globales también podría ser una estrategia vital.

México se encuentra en un punto crucial. Con las políticas adecuadas y un compromiso colectivo, el país puede transformar sus actuales desafíos en sólidas oportunidades de crecimiento. Es esencial aprovechar al máximo las ventajas competitivas de México y encaminarlo hacia un futuro próspero y sostenible. Las palabras del genio industrial del siglo pasado, Henry Ford, vienen a la mente: "Juntarse es un comienzo; mantenerse juntos es progreso; trabajar juntos es éxito". Pongamos atención a qué proponen nuestros líderes en estos temas para votar con inteligencia.