Los efectos

El gobierno de Morena lleva poco más de 40 días y ya estamos enfrentando una crisis de desabasto de combustibles sin precedentes.  

Se ha dicho que es un problema de distribución derivado de una ocurrencia en materia de seguridad para combatir el robo y, sin duda, es importante el combate a un delito que genera tanto daño social, pero un gobierno que para hacer un bien tiene que dañar a la mayor parte de la población, es un gobierno incompetente. 

Más de la mitad de la República ha tenido problemas de abasto; en estados como Michoacán, Estado de México, Jalisco y Guanajuato, la escasez ha provocado filas de días para cargar gasolina, violencia en las gasolineras y una serie de consecuencias incuantificables. El transporte público, la cadena de distribución, el turismo, la asistencia a las escuelas, a los centros de trabajo y hasta los vehículos de emergencia son parte de lo afectado; las repercusiones se reflejan desde lo económico y hasta la pérdida de vidas por cuestiones tan evitables como poder llegar a un hospital.

Por otro lado, han sido muchas las noticias y testimonios que infieren un problema más profundo que la distribución; los buques varados en las costas sin descargar los combustibles y las notas referentes a que el gobierno dejó de renovar contratos de compra de combustible desde diciembre, sin tener la capacidad de prever que faltaría gasolina, son ejemplo de ello. 

Lo cierto es que no hay información, no hay detenidos y tampoco hay gasolina. Si la razón es el combate al llamado «huachicol», es evidente la improvisación, la falta de estrategia y la de resultados; si la razón es otra, los mexicanos tenemos derecho a saber qué está pasando, quién lo causó y hasta cuándo se va prolongar el desabasto, ya que por una mala acción del gobierno, se está afectando a todos los ciudadanos. 

La incompetencia del gobierno es notoria cuando se emprende una acción que genera más problemas de los que resuelve. Carlos Castillo Peraza describía un buen gobierno como aquél que no les quita el tiempo a los ciudadanos y lo que estamos viviendo es exactamente lo contrario: uno que prefiere sacrificar el tiempo y la estabilidad de la mayoría de los mexicanos, exponiéndolos a enfrentamientos sociales producto del desabasto, a la reventa ilegal de combustible con sobreprecios y a consecuencias tan graves como el desabasto de productos de primera necesidad, ocasionando así aumento en la inflación; en resumen: a una crisis de energéticos (que es una de seguridad nacional). 

México exige respuestas y un gobierno competente que sepa actuar con responsabilidad y con visión de largo plazo.