Sin derecho

“Para no hacerles el juego a estos provocadores mezquinos decidí actuar de manera prudente”. Estas fueron las palabras de López Obrador para justificar porque no asistió al homenaje póstumo de Martha Érika Alonso y Rafael Moreno Valle, el pasado 25 de diciembre en Puebla, tras la fatal tragedia que ya todos conocemos.

Posteriormente, en su conferencia de prensa matutina del 27 de diciembre, el presidente intentó recular diciendo: «a lo mejor no debí utilizar la palabra mezquino, a lo mejor debí decir que son tiempos de canallas».

Efectivamente, el titular del Ejecutivo tiene derecho a no estar presente en un homenaje de esta naturaleza. No es una responsabilidad constitucional de su investidura. Sin embargo, a lo que no tiene derecho es a seguir usando el mismo discurso que etiqueta y que desacredita a quienes no comparten su forma de pensar y de hacer las cosas. Un discurso intolerante, provocador y simplista, que ha generado, en gran medida, la polarización en la que hoy se encuentra el país.

La terrible noticia de lo ocurrido en Coronango cayó como balde de agua fría entre la familia panista, no lo creíamos; pero ciertamente son los poblanos quienes enfrentaron (y enfrentan hoy) el hecho con la mayor de las consternaciones e incertidumbres.

Y es que Puebla venía saliendo de un complejo proceso político. Pese a que el triunfo del Martha Érika en la elección a gobernador fue acreditado en todas las instancias y frente a todas las impugnaciones presentadas, el propio López Obrador olvidó la imparcialidad de su cargo y manifestó su respaldo al candidato de la izquierda, Miguel Barbosa.

Peor aún, se dice incluso que desde su entonces «Casa de Transición” se fraguó la estrategia para que la izquierda en la entidad desconociera a Martha Érika como la gobernadora constitucional.

Lo cierto es que en medio de esta tragedia, en la que los panistas demandan una investigación transparente e imparcial justo por los elementos que rodearon a la elección, la presencia de López Obrador hubiera mandado ese mensaje de concordia y de reconciliación que tanto ha predicado desde su campaña electoral, y que sin duda hubiesen valorado profundamente los poblanos en general.

Vale la pena recordar que el hoy titular del Ejecutivo obtuvo un millón 749 mil 553 votos en esta entidad y por esa razón su presencia en este homenaje, al que seguirá la designación de un gobernador interino y posteriormente la elección extraordinaria, hubiera sido la muestra que AMLO es presidente de todos los mexicanos, incluso de quienes difieren de él.

Lamentablemente decidió no hacerlo y apeló a cálculos políticos para defender su decisión. Tiene derecho. A lo que no tiene derecho, repietimos, es a seguir usando ese discurso de ricos y pobres, de buenos y malos, de mezquinos y canallas, que tanto le gusta; porque las consecuencias negativas ya las hemos visto, en las redes sociales y en las propias calles.