El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dio “un año” a México para que frene el tráfico de drogas y las caravanas de migrantes, y en caso de no conseguirlo amenazó con imponer aranceles a los autos y, como última medida, cerrar la frontera entre Estados Unidos y México.

Trump rebajó otra vez el tono en cuanto a un cierre inmediato de la frontera, dando marcha atrás a la retórica que ha dominado en las últimas jornadas, pero presentó una alternativa para castigar a México en caso de no cumplir con sus exigencias: la imposición de tarifas al sector automotriz, mucho más factible y con la que el mandatario estadounidense se siente más cómodo.

“Si México no nos ayuda (en el freno de migrantes), vamos a poner aranceles a los autos. Si (el flujo de) las drogas no paran, pondremos aranceles a los autos”, dijo Trump desde la Casa Blanca.

Estados Unidos dará un margen de un año a México para que cumpla con lo exigido por Trump, si no aplicará las medidas que lleva amenazando desde hace días.

En el tema de los aranceles dejó abierta la posibilidad de que se impongan a varios productos, pero dejó claro que lo más importante será el sector automotriz.

“Lo voy a hacer, yo no bromeo. Lo voy a hacer”, prometió Trump, dejando en claro que si Estados Unidos no ve cómo México detiene migrantes y siguen apareciendo caravanas de centroamericanos tratando de llegar a la frontera con Estados Unidos, no se verá con otra opción que actuar.

Caótico bloqueo

Sobre el tema, la amenaza de cerrar la frontera entre Estados Unidos y México es la última de las acciones que la administración liderada por Donald Trump ha puesto sobre la mesa como medida para poner freno a la migración que ha convertido el éxodo centroamericano en una crisis para una Unión Americana regida por políticas antiinmigrantes.

“Es difícil imaginar el cierre de la frontera México-Estados Unidos”, apunta a El Universal Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano.

Nadie duda de que la advertencia es un paso más en el estilo “duro y amenazante” de Trump. “Le funciona políticamente”, dice Shifter, convencido de que está recuperando una retórica que puede ser útil con su base electoral, pero es nociva para las relaciones internacionales.