La joya, una extraña pieza india que supuestamente perteneció al emperador Shah Jahan, el constructor del Taj Mahal, es objeto de una disputa legal entre los administradores del legado de la actriz y la casa de subastas, que la vendió en diciembre de 2011 a un misterioso comprador por ocho millones de dólares. Los gestores del patrimonio de la actriz percibieron el montante de la operación menos la comisión de 200 mil dólares que se quedó la casa de subastas.

El problema surgió cuando el comprador puso en duda que la joya, creada en teoría en 1627 y comprada a Cartier en 1972, hubiera pertenecido a Shah Jahan y quiso devolverla. Christie’s accedió y devolvió el dinero, pero los gestores, entre ellos el hijo de Taylor, Christopher Wilding, se negaron a hacerlo. 

Christie’s alegó que no está obligada a hacer efectiva una venta si el cliente se arrepiente y que no hubo negligencia por su parte. Como resultado, Christie’s tiene una joya que no quiere, porque preferiría tener el dinero, mientras que los administradores de la fortuna de la actriz tampoco la quieren.