Necesaria una solución justa en conflicto por límites

Para que haya una paz duradera en Chalchihuitán es necesaria una solución justa del conflicto por límites territoriales con el vecino municipio de Chenalhó, el desarme y la implementación de proyectos de desarrollo para los habitantes de las comunidades ubicadas en el área en disputa, afirmó el obispo de San Cristóbal, Rodrigo Aguilar Martínez.

En entrevista colectiva agregó que todavía permanecen desplazados más de mil indígenas de Chalchihuitán, por lo que “sí es necesario seguir atendiéndoles con una labor asistencialista, pero más todavía, buscar el desarme porque tienen miedo de perder la vida, ya que todavía se oyen balazos”.

Aguilar Martínez, quien este sábado acudió a Chalchihuitán para visitar a los desplazados, dijo que cuando estaba en ese lugar “pasó una camioneta y los ocupantes gritaron de una manera soez y obscena, señal de que hay quienes están con una actitud prepotente y queriendo aplastar a los desplazados”.

Por ello, remarcó, “es importante resolver el problema de manera justa para que haya una paz duradera, y más allá de esta paz, que se promuevan proyectos de desarrollo a las dos comunidades en litigio y a todas las personas que están en necesidad”.

Comentó que “a pesar de la tristeza y la aflicción, al  hambre, el frío y las enfermedades, aunque expresaban con dolor que no se resuelve el problema satisfactoriamente, la actitud hacia a mí durante la visita era de mucha esperanza y cariño”.

Abundó: “Me llamó la atención, que con mucha confianza los niños se me acercaban; cuando un niño es amado en su casa y familia tiene confianza para acercase a los desconocidos; eso noté, que son niños amados por la familia; sabían que era el obispo, pero de todos modos era un desconocido porque llegaba por primera vez”.

Aguilar Martínez dijo que los desplazados expresaron su inconformidad con los gobiernos federal, estatal y municipal, y aunque no le pidieron expresamente que él interviniera, “yo asumo que de alguna manera anhelan eso”.

Expresó que el anafre para quemar el incienso “servía a los niños para el calorcito, pues estábamos a 2 grados centígrados; ponían las manos arriba disfrutando el calorcito ya que donde están viviendo tienen paredes y techos de hule que poco resguardan del frío, sobre todo en la noche; de modo que sí es necesario seguir atendiéndoles, mediante una labor asistencialista”.

Durante la visita del obispo, David Pérez Gómez, del Consejo de Vigilancia de Chalchihuitán, le dijo que muchos de los pobladores tienen cafetales allá cerca de los linderos, pero el producto se ha echado a perder y ahora ya no tienen cosecha, lo que ha agravado su situación económica.