Oficial retenido tras fuerte acidente

La muchedumbre se enardeció y con justa razón. Le indignó el acto de injusticia del que fue testigo. Jóvenes ebrios provocaron un accidente. El perito de Tránsito Municipal los dejó libres y se estaba llevando detenido al chofer del colectivo, al agraviado. La Policía Municipal arrestó o rescató al oficial.

Era la noche del domingo. El colectivo tipo Urvan con número económico 10203, placas 385572-B, circulaba de poniente oriente sobre la avenida Nogal Oriente de la colonia Patria Nueva.

Al llegar a la esquina con la calle Fresnos, el colectivo fue impactado en el costado izquierdo parte trasera.

Es que de oriente a poniente sobre la misma avenida Nogal Oriente, circulaba ya sin control (presuntamente sin frenos) un Chevy Pop placas DRB-2713, de Chiapas.

Luego de chocar contra el transporte público, la llanta delantera izquierda del Chevy zafó.

Aun así, sin llanta, el coche compacto avanzó veloz por ser de bajada. Embistió a un triciclo que estaba sobre la acera. Una persona resultó lesionada.

Por fin el coche desllantado se detuvo. Los tripulantes en visible estado de ebriedad se quedaron en el lugar. Dentro del coche había latas de cerveza vacías. La gente se arremolinó.

Al lugar acudió la patrulla PC-510. El perito de vialidad, al ver de quién se trataba el culpable, -según dicen vecinos- “lo dejó ir a cambio de una reja de pollos”.

Al copiloto también lo liberó solo por ser “su pariente”, dijeron quienes los conocen.

Esto enardeció a los presentes que rodearon al comandante de Vialidad.

La gota que derramó el vaso fue cuando el oficial de Tránsito pidió que se llevaran al colectivero. “Tas loco, él por qué si no tuvo culpa”.

La gente amenazaba con linchar al comandante, que estaba rodeado por cientos.

El mismo secretario de Seguridad Pública Tránsito y Vialidad Municipal de Tuxtla, Moisés Grajales, llegó personalmente a coordinar el rescate el elemento.

Lo supieron hacer. Pretextando que se llevarían detenido al “mal elemento”, policías municipales lo rescataron de la turba enardecida. Lo esposaron y llevaron caminando unas cuatro cuadras donde esperaba la patrulla. Así lo planearon y les dio resultado.

Al darse cuenta del engaño, los pobladores siguieron a los policías arrojando piedras y maldiciones.

El “·detenido” sonreía. Sabía de la treta.

Con la ira desbordada por la partida del oficial, los colonos fueron contra el Chevy abandonado y lo volcaron.