Ojos atentos contra la inseguridad

No oye, pero como si lo hiciera. No habla, pero sí comunica. Sus ojos se aguzan como los de un águila, para detectar alguna incidencia delictiva, emergencia o accidente. Es Édgar, uno de los seis sordomudos que están a cargo de la videovigilancia humana en el C-4.

Las 9:33 de la noche. Un hombre es captado por una cámara de seguridad mientras corre por las céntricas calles de Tuxtla Gutiérrez. Segundos después, un grupo de personas corre tras él.

El encargado de monitorear las cámaras de videovigilancia emite la alerta. A los dos minutos, aparecen una moto patrulla de Fuerza Ciudadana y la patrulla 30035. El presunto ladrón es detenido.

Acciones como ésta se consiguen gracias a la videovigilancia humana en el Centro de Control Comando Comunicación y Cómputo (C-4), en el estado de Chiapas.

Entre el personal valioso del C-4, figura Édgar, uno de los seis videovigilantes sordomudos encargados de monitorear las cámaras de seguridad apostados en los principales cruceros y calles de la capital chiapaneca, así como en el resto de la entidad.

Sus ojos están atentos a la pantalla de la computadora. No parpadea ni un instante. Como si temiera que en ese segundo de distracción la nave quedará sin timón, sin rumbo y pudiera estrellarse.

Los ojos se desorbitan. Édgar levanta el brazo derecho para llamar a un compañero. Con ambas manos, en forma de garras, indica que ha detectado a un ladrón.

Los compañeros de Édgar, si bien no son sordomudos, se fijan en los labios y poco a poco se van familiarizando con este lenguaje.

Entrevistado con señas, Édgar dice que el trabajo que él hace es vigilar las cámaras para detectar incidencias, accidentes, robos, incendios u otro reporte que requiera atención policíaca, emergencias o médicas.

Édgar nació en Villaflores. Desde muy pequeño sus padres notaron que era especial. Su madre notó que le palmeaban con las manos, pero no reaccionaba, no jugaba. Lo llevaron con el otorrinolaringólogo y éste les confirmó la sospecha: era sordomudo.

Así, con sus limitaciones, Édgar terminó la preparatoria y fue incorporado al C-4.

Su madre sonríe. Sus ojos se enrojecen y se humedecen. Llora de felicidad. Me siento feliz, realizada como madre. “Pensé que mi hijo nunca iba a realizarse”, dice. Agradece a Dios porque Édgar tenga ese espacio laboral.

También Édgar agradece. “Somos seis personas como yo, en el C-4. Le agradezco a Dios esta oportunidad y a la autoridad que me da este espacio.

Me siento muy feliz y contento de ser parte del C-4. Monitoreo las cámaras, y valoro el compañerismo con las personas que son cómo yo”.

Édgar está contento, pero no satisfecho. Quiere seguir superándose en al ámbito de la seguridad pública. Prevé estudiar la licenciatura. “Quiero tener más responsabilidades en la SSyPC, ser supervisor o jefe de algún departamento”, dice.

-Tengo una actitud muy positiva -recalca

Y remata: “Mamá, quiero agradecerte mucho porque tú me has ayudado a llegar a donde estoy. Gracias por todo”, le dice con señas. Ella le corresponde.

No, gracias a ti. Te amo.

Ella cruza los brazos sobre su pecho, para decirlo, y él la abraza.