Papa pide solidaridad contra desafíos

El papa Francisco afirmó que la única respuesta sensata a los desafíos migratorios actuales son la solidaridad y misericordia, ante la tentación de construir muros -reales o imaginarios- en lugar de puentes.

Esto durante el sermón de una misa que celebró Francisco en la Basílica de San Pedro para unas 200 personas, la mayoría de ellos refugiados y también voluntarios que los atienden, para recordar el tercer aniversario de su visita a la isla italiana de Lampedusa.

Entre otras cosas, el pontífice fustigó la “hipocresía estéril” de quien no quiere “ensuciarse las manos y cae en la tentación frecuente de ceder a la cerrazón respecto a quienes tienen derecho, como nosotros, a la seguridad y a una condición de vida digna, y que construye muros en vez de puentes”.

Aseguró, en contraparte, que la solidaridad es la respuesta de quien no hace demasiados cálculos, pero exige una división equitativa de las responsabilidades, un análisis honesto y sincero de las alternativas y una gestión sensata.

“Una política justa es la que se pone al servicio de la persona, de todas las personas afectadas; que prevé soluciones adecuadas para garantizar la seguridad, el respeto de los derechos y de la dignidad de todos; que sabe mirar al bien del propio país teniendo en cuenta el de los demás países, en un mundo cada vez más interconectado”, advirtió.

Más adelante lamentó el “exterminio” de muchos pequeños, víctimas de la “cultura del descarte” muchas veces denunciada, entre ellos mencionó especialmente a los migrantes y refugiados, quienes continúan llamando a las puertas de las naciones que gozan de mayor bienestar.

El papa aseguró que Dios promete alivio y liberación a todos los oprimidos del mundo, pero aclaró que él tiene necesidad de los seres humanos, para que se ocupen de las necesidades de ellos, para prestar ayuda y denunciar las injusticias cometidas en el silencio -a veces cómplice- de muchos.

“Muchos silencios: el silencio del sentido común, el silencio del ‘siempre se ha hecho así’, el silencio del ‘nosotros’ contrapuesto al ‘ustedes’. El señor necesita sobre todo nuestro corazón para manifestar el amor misericordioso de Dios hacia los últimos, los rechazados, los abandonados, los marginados”, insistió.