Papa visita casa para convictas con familia

El papa Francisco sorprendió a un grupo de presas por delitos menores, que residen en una casa de reinserción social confiscada al crimen organizado, con una visita inesperada.

Ayer el pontífice salió del Vaticano y, sin previo aviso, se dirigió hasta el sureño barrio Eur de Roma donde se encuentra la Casa de Leda, una residencia que funge como casa de seguridad para mujeres detenidas con hijos menores.

“Santidad, padre querido, somos los invisibles”, exclamó Lillo Di Mauro, director de la estructura, al recibir al pontífice en medio del estupor de las madres, los pequeños y el personal que en ese momento prestaba servicio.

El líder católico saludó uno por uno a todos los presentes y convivió con ellos, intercambiando incluso algunas bromas.

“Nosotros somos algunos de los miles de niñas y niños hijos de detenidos en las cárceles italianas que vivimos con ellos detenidos o los vamos a visitar. Para defender la dignidad de nuestros padres detenidos, nos cuentan mentiras haciéndonos creer que entran en un colegio o en un trabajo”, dijo Di Mauro dirigiéndose al papa.

Denunció que estos pequeños suelen ser “violados” en su intimidad por las severas revisiones de adultos desconocidos en las cárceles, quienes les quitan sus muñecos para abrirlos y controlarlos o, incluso, llegan a quitarles hasta la ropa interior para asegurarse que sus mamás no hayan escondido drogas.

“Somos flores frágiles en el desierto de la burocracia y de las medidas de seguridad, en la indiferencia de adultos alienados por el feo y violento trabajo”, siguió.

Reveló que estos niños son parte de los cuatro mil 500 infantes que tienen una mamá en la cárcel o de los 90 mil que tienen un papá detenido en Italia. Denunció que, a veces, incluso sus mismos padres también especulan con ellos.

“Para no ser etiquetados decimos que nuestros padres trabajan en países fantásticos y lejanos, que nuestras madres son reinas. Para defendernos nos volvemos agresivos e intratables, pero no somos malos, son otros los que nos ven y nos quieren así: somos hijos de detenidos”, apuntó.

Esta es la primera casa de este tipo existente en Italia y, por ahora, es única en su género. El responsable del área relató al papa los esfuerzos realizados para montar la estructura, la importancia de restituir a la sociedad un espacio restaurado y, al mismo tiempo, desarrollar un proyecto de civilización y de gran humanidad.