Presentan En el reino del rey sordo

En ocasiones la especialidad sobrepasa al género, según opinó el dramaturgo cubano Santiago Carnago acerca del libro En el reino del rey sordo, de la autoría de Rafael González Fernández, connacional del primero, quien presentó un trabajo en el que bajo este título se reúnen 11 obras teatrales de una vertiente que puede ser calificada como “escolar”.

Rafael González Fernández es un dramaturgo de origen cubano que desde hace años radica y labora en México. De su trabajo en este país es resultado el título recién presentado, donde se recogen obras teatrales puestas en escena con jóvenes de distintas escuelas secundarias del estado de Chiapas donde ha trabajo.

Este trabajo se vio cristalizado en un libro derivado del apoyo del Consejo Estatal para las Culturas y las Artes (Coneculta) a través de su Dirección de Publicaciones, misma que es dirigida por Marco Antonio Orozco Zuarth.

El volumen abre con la obra que le da título, la cual trata el tema de un reino donde estaba prohibido cantar hasta que llegó una trovadora; para posteriormente seguir con “La vocación”, que se relata la complejidad de la elección de estudios en la vida de un preparatoriano, pero tratado con la simplicidad y el humor característicos de Rafael González Fernández, un sello personal que logra imprimir en cada una de las piezas para representar en este libro.

Otras de las historias que contiene son “Época electoral”, “El paraguas” y “El examen”, siendo este último representado por el autor en una de las partes culminantes de la historia. Esto dejó de manifiesto no solo la capacidad para transmitir el conocimiento teatral y amor por el género, así como la capacidad de dirigir una puesta en escena, sino también el talento para actuar que posee Rafael González Fernández.

“Los ninjas”, “Amigos”, “De México a La Habana”, “Cómo se cuida el amor”, “El tigre enjaulado” y “Una comedia silente” son las historias con las cuales culmina el material. Sin embargo, de manera adicional el libro cuenta con una serie de sugerencias para montar las obras, así como con un glosario del argot dramático.

Esto obedece a la visión que tanto el autor cubano como el académico Misael Palma comparten y que el segundo mencionó: el arte dramático (aunque caro) no debe quedarse solo en los grandes teatros y salones, debe permear a los hogares —donde perfectamente puede representarse en las reuniones de fin de semana— y a las escuelas, lugares que sin ser elitistas serán, por medio del teatro, propicios para inculcar valores en los jóvenes y niños.