Proponen digitalizar los libros que hablen de Tuxtla
La directora del Museo de la Marimba y el cronista José Luis Castro Aguilar. Darwin Mendoza

En el marco de la Feria del Libro de Tuxtla Gutiérrez, que se realiza en el Parque y el Museo de la Marimba, se tuvo la ponencia “Tuxtla y el libro” disertada por el cronista José Luis Castro Aguilar, en la que hizo un breve pero sustancioso repaso de los libros que se han escrito sobre este valle de conejos.

En la mitad de su conferencia cuando comenzó a mostrar las portadas de los libros, expuso que sería importante que se digitalizaran estos volúmenes para la consulta e información de los tuxtlecos. La invitación fue hecha para la directora de Bibliotecas Públicas del Municipio Olga Lidia Palacios Albores, quien escuchaba la ponencia.

Antes de que el maestro dijera lo anterior, él había hablado sobre puntos históricos que tienen que ver con el libro como por ejemplo: mencionó que la primera imprenta que llegó al estado de Chiapas fue traída por Fray Matías de Córdova para San Cristóbal en 1826, mientras que para Tuxtla la trajo un año más tarde (1827) Joaquín Miguel Gutiérrez desde la Ciudad de México.

Añadió que en aquellos años la imprenta servía para imprimir otro tipo de literatura muy distinta a lo que se conoce hoy en día. Señaló que el primer intento cercano a lo que era el libro fueron las impresiones de poemas tales como “A la muerte del ceibo” que es un poema de 1871 de don Simion López, “A Tuxtla” de 1983 del doctor Rodulfo Figueroa, “A Tuxtla de Rodillas” de 1931 que es de Julio Sesto.

Preciso que es hasta 1935 cuando el cronista Fernando Castañón Gamboa, pública el primer libro titulado Memorias del sargento Montesinos y 10 años más tarde pública La historia del Teatro Emilio Rabasa (1945).

Expuso que la historia de Tuxtla y el libro es amplísima y que él tiene el registro de al menos unas 90 publicaciones entre las que incluyen poesía, crónicas, cuentos y novelas.

El maestro cerró su participación diciendo “Desafortunadamente a los tuxtlecos nos llegó tarde la literatura. De manera formal y constante, la cuestión editorial se inicia con el maestro Agripino Gutiérrez, Manuel Martínez y Armando Duvalier, después llega Rosario Castellanos y Juan Sabines con su obra Horal, años más tarde tres tuxtlecos se van a vivir a la Ciudad de México y allá junto a otros dos jóvenes crean La espiga amotinada”.