Pueblos Mágicos, un caso de éxito

En fechas recientes han aparecido en la prensa algunos artículos cuestionando la efectividad de uno de los programas de gobierno más reconocidos y con mayor aceptación no sólo entre turistas, sino entre las propias comunidades que lo conforman, el Programa Pueblos Mágicos.

En contraste con la supuesta falta de inversión, están los más de 5 mil millones de pesos que se han invertido desde su creación en obras de infraestructura como vialidades, servicios básicos y equipamiento urbano, proyectos de reordenamiento y restauración, promoción conjunta, incluso a nivel internacional, entre otros.

Además de considerar las necesidades particulares de cada localidad, estas acciones se coordinan con otras instituciones, como el CPTM para promoción, la CFE para los proyectos de cableado subterráneo, y otras dependencias como la SCT para temas de conectividad e internet y la Sedatu cuando se trata de la construcción o remodelación de plazas públicas.

De esta forma nos aseguramos que cada proyecto resuelva los requerimientos de cada lugar y que además se convierta en un incentivo para atraer inversión privada, que a fin de cuentas es la que genera la mayoría de los empleos que benefician a la comunidad a través de la oferta hotelera, gastronómica, de productos regionales y servicios turísticos.

Un gran número de casos atestiguan el éxito del Programa. Casos tan significativos como evitar la casi desaparición de todo un pueblo, el de Viesca, Coahuila, al permitirle cambiar su vocación agrícola al turismo. Otros de gran actualidad, como el de Zacatlán, Puebla, en donde la afluencia de visitantes incentivó el desarrollo de una aplicación móvil para resolver problemas de tránsito.

Gracias a su entorno natural y a la masa crítica de visitantes generada por su estatus como Pueblo Mágico, lugares como Valle de Bravo, Estado de México, han logrado desarrollar toda una industria de turismo de aventura. La derrama económica en Tequila, Jalisco, ha dado la certidumbre necesaria a empresarios locales para animarse a invertir y crear novedosos atractivos para el turista. El número de visitantes en la ruta del Tequila, la cual comprende 8 municipios incluido el Pueblo Mágico de Tequila, ha crecido en más de 800%, al pasar de 132 mil visitantes en 2006 a más de 1 millón actualmente.

Otro ejemplo es Bernal, en Querétaro, que ya alcanzó la cifra de 40 hoteles, cuando apenas contaba con 7 opciones de hospedaje al momento de su nombramiento. Bacalar, en Quintana Roo, que gracias a la visibilidad que le ha dado el Programa, ha alcanzado un gasto promedio diario de 4 mil pesos por persona, dato que envidiaría cualquier ciudad grande.

También está el caso de San Cristóbal de las Casas, en Chiapas, que dejó atrás la polarización política y logró capitalizar a través del turismo la identidad lacandona y la organización social en beneficio de la localidad. Hoy es un destino con identidad, cosmopolita y tradicional a la vez, y ocupa el primer lugar en cuanto a valoración positiva por los turistas.

Por mencionar uno más, con su nombramiento como Pueblo Mágico, Valladolid, Yucatán, logró convertirse de un poblado de paso entre Cancún y Mérida a una opción de fin de semana, al desarrollar una oferta única caracterizada por su hospedaje en casonas viejas y ex haciendas y una gastronomía única.

Pero la mejor prueba del éxito del Programa está en su gran aceptación entre las autoridades locales, y principalmente entre las comunidades, ya que para muchas el nombramiento ha representado un antes y un después en los beneficios económicos, así como en un alto sentido de identidad y orgullo de los habitantes para con su pueblo.

De hecho, Pueblos Mágicos es un modelo de gestión que tiene como uno de sus principales ejes la participación y co-responsabilidad ciudadana. A lo largo del país cuenta con la participación de más de mil 300 personas agrupadas en 111 comités conformados en su mayoría por representantes del sector privado y social.

Todos ellos trabajan de forma honoraria y sin remuneración alguna en beneficio de su localidad y con su esfuerzo diario ayudan a democratizar los beneficios del turismo. No por nada hay un interés constante de muchas localidades por ingresar al programa, y el entusiasmo de permanecer de las que ya son parte.