Ramón narra muerte de hijos y esposa por sismo
La esposa de Ramón y sus hijos son las personas que fallecieron en San Cristóbal. Elio Herníquez / CP

Ramón Hernández, de oficio albañil, perdió en segundos minutos a su esposa y sus dos hijos cuando para protegerse del sismo de 8.2 grados Richter ocurrido la noche del jueves, salieron de su casa y se colocaron junto a una barda de más de dos metros de alto, misma que colapsó, en San Cristóbal de Las Casas.

“Teníamos apenas dos meses de estar rentando en la segunda planta; yo no bajé con ellos cuando empezó a temblar fuerte porque me quedé buscando las chanclas y cuando los alcancé ya les había caído la barda”, dijo.

Como todos los días, Ramón había tenido una jornada pesada trabajando como albañil, por lo que cuando ocurrió el temblor a las 23:49 horas ya llevaba dos horas durmiendo con su esposa y sus hijos.

“De repente sentimos que empezó a moverse y a tronar toda la casa. Mi mujer y mis hijos bajaron corriendo; sólo me dejaron despierto para que bajara de la segunda planta. No pude bajar rápido porque no encontraba las chanclas. No quería bajar descalzo porque en esa calle corre mucha agua. Y ni las encontré, más el tiempo que perdí”, contó.

Manuela, dueña de la casa cuya barda se derrumbó, comentó que Irene Hernández García, de 47 años y sus hijos José Luis y Anahí Cruz Hernández, de 16 y 14 años, respectivamente, bajaron del departamento y se colocaron en medio de la calle Arriera, a la altura del número 9, del Fraccionamiento La Hormiga, ubicado en la zona Norte de la ciudad.

Expresó que debido a que el transformador de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) que está en el poste casi frente a su domicilio, las víctimas decidieron colocarse junto a la barda de su casa, pero instantes después se derrumbó y los aplastó. A la casa en la que vivían nada le pasó. “Si no hubieran bajado estarían con vida”, aseveró.

“Mi familia y yo nos quedamos en medio de la calle y no nos pegamos a la barda porque ya sabemos que es un peligro”, dijo Manuela.

Ramón señaló que cuando por fin bajó del departamento vio que su mujer y sus hijos estaban debajo de la barda colapsada.

Irene y Anahí murieron al instante, mientras que José Luis quedó herido. “A mi hijo logramos sacarlo y llevarlo al hospital, pero tenía muchos golpes y murió como una hora después”, contó.

“Todavía me habló. Saber qué cosa me quiso decir. ‘Ay te cuidas papá’. Dos veces me habló y luego cerró los ojos. Me miró y me dijo: ‘papá, papá’ y yo le dije: ‘aquí estoy, hijo’. Luego cerró los ojos y ya no volvió”, contó llorando mientras eran velados los cuerpos, sepultados la tarde del viernes.

Continuó: “Eran mis únicos hijos. Mi mujer vendía ropa y dulces. Mi hijo era ayudante de peón. Creo que me voy a regresar a Las Rosas (municipio ubicado a unos 60 kilómetros de San Cristóbal) porque de allá soy originario; ya nada tengo que hacer aquí si ellos ya no están. Todas sus cosas, sus recuerdos están aquí”.

Afirmó que hace apenas dos meses que se habían cambiado a ese local por el que pagan 600 pesos al mes ya con agua y luz, porque en su anterior casa ubicada sobre la calle Brasil se metía el agua ya que está junto al río. “Sólo para que murieran ellos vinimos aquí”, expresó.

Su esposa y sus dos hijos son las únicas personas que fallecieron en San Cristóbal.