Triunos discapacitados

El joven se mece parsimoniosamente en su silla de ruedas. Lo hace casi automáticamente. Su madre, a su lado, cuida de él. Su hermano, sentado sobre el suelo a tres metros de distancia sonríe emocionado mientras abraza el cobertor recién recibido. Un tercer miembro de la familia duerme… sueña con un futuro mejor. Los tres son discapacitados. La pobreza y marginación los ha golpeado por décadas. Y ahora claman por un poco de ayuda.

La casita sin puertas se encuentra al fondo de la comunidad Gabriel Esquinca, municipio de San Fernando. Aunque la calle es pavimentada ningún auto pasa por allí. Luz del Carmen Pérez Hernández, de 60 años de edad, es tan pobre que no tiene ni para pagar un mototaxi. Tampoco tiene para una puerta. No la necesitan: Nadie entraría a robar al paupérrimo hogar.

Luz camina varios kilómetros como desde hace 46 años cuando ella y su esposo llegaron a ese lugar. Mientras Luz del Carmen observa las mazorcas de maíz sobre el frío suelo, dice que su esposo no percibe un salario. Es campesino y sobreviven con lo que cosecha.

Agrega que su cónyuge fue operado y ya casi no puede hacer fuerza, por eso casi nadie lo contrata. A veces gana 100 pesos a la semana.

El cuadro de miseria, pobreza y dolor se completa con tres jóvenes discapacitados hijos de Luz del Carmen. José Leonardo, de 36 años, yace sobre el suelo, sentado. Abraza el cobertor y la colchoneta que Protección Civil le regaló por ser temporada invernal. Sonríe. Pocas veces les regalan algo. José fue operado de la vista. No quedó bien.

Enrique de Jesús, de 27 años, yace acostado sobre una mullida cama. Le dieron una silla de ruedas, pero no la usa porque tiene miedo. Prefiere dormir y soñar con un mundo mejor. Pero al despertar la pesadilla de la realidad lo reubica en su presente doloroso eterno.

Carlos Alberto, de 24 años, sí disfruta su silla de ruedas y se mece parsimoniosamente. “Los tres están discapacitados, no caminan, están mal de su mente y de sus ojos”, dice con un dejo de tristeza en su voz la mujer delgada.

Luz del Carmen sonríe agradecida a la presidencia de San Fernando que le dio la silla para Carlos. Pero necesita mucho más. Luz no pide sillas o medicamentos por el momento, pero sí despensas, dinero o ropa.

“Me han dicho que pida ayuda con el DIF pero me da pena. Una vez llegué a Tuxtla, operaron de la vista a los dos y no quedaron bien”, dice.

Para comunicarse con Luz del Carmen sólo es posible por radio con el agente municipal. El comité se ofrece para ir a San Fernando si alguien desea apoyar a esta familia. María Sonia González, se ofrece a dar su número para que le llamen y ayuden a Luz: 961 2484630.

La ayuda se queda, los donantes se van. Carlos sigue meciendo en la silla de ruedas, José sigue sonriendo y abrazando su cobertor nuevo, mientras que Enrique sigue soñando con un mundo mejor. Sueña quizá con que alguien le lleve ayuda. Tú y yo podemos hacer ese sueño realidad.

para ayudar

Contacto

María Sonia González, quien se ofrece ayudar a Luz o acudir personalmente a San Fernando o a la comunidad Gabriel Esquinca.

Celular: 961 2484630