Los reductos de las grandes bandas del huachicol cambiaron de giro. La irrupción de fuerzas federales y estatales en los territorios ocupados por los chupaductos transformó el mapa delincuencial, que hoy se enfoca al robo de mercancía transportada por tren.

En la ruta ferroviaria Veracruz-Ciudad de México, a la altura de Puebla, hordas de ciudadanos bajo el mando de antiguos líderes del huachicol atacan los trenes de la empresa Ferromex, y con cierre de angulares, barricadas y manipulación del cambio de vía hurtan toneladas de carga.

Con un paso de 35 trenes al día por esa ruta, el robo a ferrocarriles aumentó 140% en menos de un año, pero más allá de las pérdidas por el hurto de granos, electrodomésticos, llantas, vinos, licores, cemento y ropa, la mayor preocupación son los productos químicos provenientes de Coatzacoalcos, Veracruz.

Estas acciones podrían generar el descarrilamiento, por ejemplo, de tanques de propileno, con una afectación directa del gas en tres kilómetros. Si se accidentara un cargamento de cloro la nube tóxica puede afectar cinco kilómetros a la redonda.

“El problema que vemos es que aquellos que se dedicaban al huachicol se han ido al robo de trenes (…) y se necesita volumen de fuerza para atacarlos”, consideró la directora de Relaciones Gubernamentales de Ferromex y Ferrosur, Lourdes Aranda.

El gobierno del estado de Puebla, de manera conjunta con Ferromex, Ejército Mexicano, Secretaría de Marina y la Gendarmería Nacional, puso en marcha tres acciones inmediatas: la operativa, con el envío de agentes a las vías para retirar barricadas; la de inteligencia, para ubicar a líderes, bodegas y destino final de lo hurtado; y la jurídica, que busca dar seguimiento a las “escasas” denuncias penales presentadas por la compañía.