Sale a la luz libro sobre vida y obra de la guitarra

No había pasado un siglo de la conquista española cuando los indígenas mexicanos ya eran diestros constructores de guitarras. En 1598 Gerónimo de Mendieta, en su Historia eclesiástica indiana, cuenta: “Los instrumentos que sirven para solaz y regocijo de las personas seglares (…) los indios los hacen todos y los tañen: rabeles, guitarras, cítaras, vihuelas, arpas y monocordios”.

Anastasia Guzmán, “Sonaranda”, ha emprendido una labor totalizadora: condensar en un libro-disco la historia de la presencia de la guitarra en México. “Sonaranda” lo explica mejor: “Comencé con una pregunta: ¿cómo suena México en su instrumento favorito que es la guitarra y sus primas hermanas que son todas las guitarras tradicionales? Las jaranas, la guitarra de son, la guitarra de golpe y una infinidad de guitarras que no caben, es una cantidad en el universo indígena: la guitarra chamula, la vihuela. La presencia de la guitarra la tenemos documentada desde el siglo XVI”.

Guzmán, con la colaboración de otros guitarristas y estudiosos del instrumento como Antonio Corona Alcalde, Javier Ramírez Estrada, Juan Carlos Laguna, Camilo Camacho Jurado, Martín Valencia, José Luis Navarro, Jesús Flores, Enrique Jiménez, Julio César Oliva, Pablo Dueñas o Gerardo Tamez, ha conformado el libro-disco número 66 de la colección Testimonio Musical de México, que la Fonoteca del INAH viene elaborando desde hace varios años.

Incluye 318 páginas y tres producciones discográficas que recorren, históricamente, la forma en que la guitarra ha sonado en Mexico desde que llegó hace más de 500 años. Están ahí reproducciones como “La Trinidad”, anónimo del siglo XIX, o la mazurka de salón “Anita”, de 1907, o el jarabe gatuno “Variación del gato”, de la primera mitad del XIX, interpretado por Jorge Martín Valencia. También se incluye un repertorio de guitarras tradicionales como el son jarocho “Zapateado”, que toca Rutilo Parroquín, o el son planeco “El pitorreal”, a cargo de Andrés Huato.

“Todas las guitarras mexicanas son bisnietas de la guitarra barroca o de la vihuela, de aquellos instrumentos antiguos que llegaron con los conquistadores. En el caso de las jaranas o de los instrumentos propios del son jarocho, se parecen mucho a una guitarra barroca, pero tienen una construcción más rústica, lo que no quiere decir que no son grandes instrumentos. Son guitarras que acompañan al campesino, al pastor, son instrumentos que se acoplan para esas condiciones de vida”, concluye Guzmán.