San Sebastián, patrono de la Fiesta Grande
El templo de San Sebastián en Chiapa de Corzo. CP

La tradicional Fiesta Grande de Chiapa de Corzo tiene lugar en enero de cada año, la música, la danza, las artesanías, la gastronomía, las ceremonias religiosas y la diversión forman parte de esta festividad en honor al Señor de Esquipulas, San Antonio Abad y San Sebastián.

Sin embargo, San Sebastian es especialmente honrado en esta festividad.

Las danzas de los parachicos se consideran una ofrenda colectiva a los santos venerados.

Los bailarines recorren toda la localidad llevando las imágenes santas y visitando diversos lugares de culto, y sus danzas comienzan por la mañana y finalizan de noche; los dirige un patrón.

Durante la danza, el patrón entona loas a las que los parachicos responden con aclamaciones.

Las ruinas del templo de San Sebastián están ubicadas en Chiapa de Corzo, sobre el cerro de San Gregorio, se trata de una construcción del siglo XVII, cuya existencia denota la importancia económica y demográfica de la ciudad en la época colonial, fue destruido por un fuerte sismo a finales del siglo XIX.

El templo de San Sebastián, de arquitectura Mudejar, tiene una planta de tres naves separadas por arquerías y una ventana de influencia Morisca.

Quedan en pie su ábside y su fachada que se inscribe en la modalidad de fachada-retablo con nichos entre las pilastras.

Con el paso del tiempo se ha convertido en un monumento simbólico para la ciudad de Chiapa de Corzo, por ello, su estructura se ha reforzado con materiales de construcción.

La leyenda de la Fiesta Grande y San Sebastian se encuentra enraizada profundamente en el sentir de los chiapacorceños, es la que recuerda los infaustos días en que, en medio de la sequía y el hambre, los lugareños recibieron a una distinguida viajera.

La dama expuso a los habitantes del pueblo el motivo de su viaje: su hijo padecía un extraño mal que le impedía mover las piernas.

Había recurrido a los médicos más reconocidos, sin que brebajes ni sangrías lograran recuperarlo, de ahí que ella decidiera visitar varios lugares remotos en busca del remedio “para el chico”.

La madre acudió al lugar, cerca del pueblo y poco después, como de milagro, el joven empezó a recobrar la movilidad en las piernas.

Agradecida, la mujer que se llamaba doña María de Angulo, mandó traer desde tierras distantes, ganado y grandes cantidades de cereales para paliar la crisis en Chiapa.

En el mes de enero, el día de San Sebastián, doña María mandó sacar a su hijo en andas para que no volvieran las penurias al pueblo.

Los lugareños relacionaron la abundancia con la petición hecha por la mujer y su hijo al santo.