Ser humano-Ser urbano; la ciudad como museo
Debido al carácter social del proyecto, los artistas aceptaron involucrarse. Cortesía

Seis artistas despliegan su obra visual en la Ciudad de México, convertida esta en una galería abierta para el arte contemporáneo. Philip-Lorca diCorcia (EU, 1951), Tracey Emin (Reino Unido, 1963), Keith Haring (EU, 1958-1990), Robert Montgomery (Reino Unido, 1972), Nicolás Paris (Colombia, 1977) y el colectivo Public Movement ocupan parabuses, redes de transporte colectivo, bajopuentes, muebles urbanos y espectaculares digitales dispersos en la ciudad.

Sus obras visuales —carteles, fotografías, poemas o frases— proponen una reflexión sobre qué significa ser individuo en una sociedad, explicó Edith Pons, coordinadora de la intervención titulada Ser humano-Ser urbano, una iniciativa de Proyecto Paradiso, organismo que promovió también la acción Tierra de esperanza de Yoko Ono y Empatía de Barbara Kruger, ambas en 2016.

La intervención de los seis artistas suma en total 80 obras distribuidas en 800 puntos de la ciudad. Y hacen de esta el “mayor museo”: “Lo que hacemos es abrirnos a la ciudad, hacer incluyente al arte para que forme parte de la vida diaria de las personas, que no tengan que ir a un museo o galería para experimentar el arte porque en las condiciones en las que vivimos de tránsito y tiempo a veces no está en la dinámica ordinaria de las personas ir a ver arte”, detalló en entrevista.

Después de la acción de Kruger en el Transporte Colectivo Metro, el Gobierno de la Ciudad de México propuso a Proyecto Paradiso hacer una intervención de mayor impacto. Se enlistaron artistas nacionales e internacionales que tuvieran obra visual vinculada a temas sobre la convivencia en una sociedad y se hizo la invitación directa para participar.

Los seis creadores solo cobraron un valor simbólico por la reproducción de sus piezas, a pesar de que en el mercado se cotizan en millones de dólares. “El proyecto es sin fines de lucro y para una exhibición más de tono social, entonces los artistas aceptaron y no se consideró pagar por las piezas (…) Hicimos un pago simbólico porque es una cuestión de conciencia sobre el tema de llevar el arte a más personas”, precisó.