Trajinera, tesoro prehispánico que aún prevalece

Escondido a la vista de todos los que visitan los tradicionales canales de Xochimilco, se encuentra el trabajo de quienes con sus manos mantienen con vida a uno de los íconos y medio de transporte más conocido del lugar: la trajinera.

Silenciosa y robusta, la trajinera se desplaza armoniosamente desde tiempos prehispánicos por cada uno de los canales que hoy en día sobreviven, y que desde tiempos de Porfirio Díaz destacan por sus llamativos colores y sus tradicionales carátulas con nombres femeninos.

Es ahí, a las orillas del embarcadero de Nativitas —al sur de la Ciudad de México— donde se encuentra el taller de don Demetrio Cortés Romero, quien desde hace 26 años se dedica a mantener con vida y devolverle la fuerza y el colorido a tan preciada y tradicional embarcación.

Al compartir unos minutos de su jornada, don Demetrio pausa su trabajo para revelar que solo quedan 15 talleres que se especializan en la reparación de trajineras, de las cuales tres son nuevas gracias a jóvenes que comienzan a incursionar en esta tradición.

El trabajo “no es fácil, de hecho es muy pesado, por eso muchos jóvenes no se animan y dejan el oficio por buscar una labor más fácil”, explica mientras su chalán, un joven de cerca de 18 años, cincela las uniones de las tablas que conforman la parte frontal para introducir fibra de coco, la cual se usa como aislante.

Es por esta razón que esta tradición se hereda de maestro a discípulo y no de padre a hijo, pues “los jóvenes de ahora buscan mejores opciones de vida, y un trabajo pesado como este no es muy atractivo para ellos”, agregó sonriente sentado al lado de la barca que repara.

Ahora, entre los 15 talleres que laboran en Xochimilco procuran mantener viva esta tradición, la cual, aunque no parezca, requiere de manos dedicadas pues el promedio de vida de una trajinera es de cuatro a cinco años, luego de lo cual requiere mantenimiento.

Don Demetrio reveló que normalmente se utilizan maderas de oyamel y pino para el fondo y los brazos (paredes laterales) mientras que para la parte anterior y posterior, o visagra y contra, son de encino, dado que es una madera más dura y resiste los golpes que suelen darse las embarcaciones durante su manejo por los canales.

Asimismo se requiere de paciencia y la ayuda de por lo menos dos personas, pues las maderas que se utilizan son muy pesadas y desmontar y volver a montar resulta extenuante y suele tomar de tres a cinco días e incluso toda la semana, dependiendo de la magnitud del trabajo.

Finalmente son los dueños de las trajineras los que deciden el color en que se deben pintar sus embarcaciones, siendo el azul, el rojo, el amarillo y el verde los más tradicionales.

Para reparar una trajinera, explicó, “necesitamos traer la madera desde Xalatlaco, y suele ser cara, ya que cada tablón cuesta hasta mil pesos”, por ello la reparación tiene un costo de cinco mil pesos.