Un papa distinto, venido del fin del mundo

El papa que “vino del fin del mundo” y tuvo la “osadía” de llamarse Francisco, visita el estado de Chiapas. Su ideología, una distinta a los convencionalismos históricos, plantea una ruptura en torno a los procesos de fe.

Al respecto, Felipe Ortíz, ideólogo, analista político y social, además estudioso de tratados teológicos, ofreció un análisis en torno a la llegada del papa a Chiapas y su carga simbólica en el contexto local.

El papa Francisco visitará cuatro entidades federativas durante su primera estancia en México. El pontífice estará en el país del 12 al 17 de febrero y visitará distintos puntos de la Ciudad de México, Chihuahua, Michoacán y El estado de México.

En lo que respecta al estado de Chiapas, Francisco oficiará una misa ante los pueblos indígenas de los Altos de Chiapas y sostendrá un encuentro con familias en Tuxtla Gutiérrez. La sede del encuentro en San Cristóbal de Las Casas, centro neurálgico de las comunidades indígenas de los Altos.

En su reciente visita al Vaticano, el gobernador chiapaneco Manuel Velasco destacó ante los medios la importancia de la visita pastoral del pontífice a la entidad sureña, ya que Chiapas es un estado emblemático, con sus 12 culturas originarias que configuran identidad a los chiapanecos. Además, es el estado fronterizo, al sureste del país, por donde cruzan diariamente centenas y millares de migrantes, tras el sueño americano.

Pero, ¿quién es ese papa que “vino del fin del mundo” y osó llamarse Francisco?

Jorge Mario Bergoglio, primer papa americano, jesuita, argentino, de 76 años, arzobispo de Buenos Aires, austero y moderado, “venido del fin del mundo” ?como él mismo dice?, ha tenido la osadía de querer llamarse como el santo de Asís.

Es bueno recordar aquí que una vez aceptada la elección como pontífice, “¿Acceptasne electionem de te canonice factam in summum pontificem?” (“¿Aceptas tu elección canónica como sumo pontífice?”), el cardenal decano, siempre le pregunta al cardenal elegido papa, cómo quiere ser llamado: “Quo nomine vis vocari?” (“¿Con qué nombre deseas ser conocido?”). A lo que el designado responde: “Vocabor....” (“Me llamaré...”).

Origen histórico

Pero ésta es una tradición que, si bien antigua, no existió siempre en la historia de la Iglesia. Hasta el año 532 todos los sucesores de San Pedro usaron sus nombres de pila. Además del nombre, se indicaba su procedencia (Lino de Tuscia, Anacleto romano, Evaristo el griego, Telésforo el griego, Iginio el griego). El 31 de diciembre del año 532 fue elegido papa Mercurio “el romano”. Como Mercurio era un nombre claramente pagano (es el nombre romano del dios griego Hermes), el nuevo pontífice cambió de nombre y se llamó Juan II, en honor de su predecesor Juan I, un mártir de la Tuscia.

Así, Juan II fue papa hasta el 8 de mayo de 535 y a partir de ese momento muchos de sus sucesores le imitaron y comenzaron a cambiar su nombre de pila por el de apóstoles, santos o mártires de la iglesia u otros papas predecesores.

Francisco

De este modo, de acuerdo con el mismo cardenal Bergoglio, su nombre le fue inspirado por un cardenal amigo, Claudio Hummes, de Brasil, quien, en el cónclave, una vez alcanzado el número de votos que le haría papa, le dijo al oído: “no te olvides de los pobres”. Fue ahí donde al cardenal Mario Bergoglio le vino a la mente y al corazón la imagen del “Sol de Asís”, como le llamara a San Francisco de Asís, Dante Alighieri en su obra La Divina Comedia (verso 28 del canto XI del Paraíso).

Francisco de Asís, el hombre de la pobreza, la sencillez y de la paz, que ama y cuida de la creación, un hombre que transmite un sentido de paz, un hombre poverello y de los poverellos de este mundo.

De este modo desprendemos que el hecho de escoger el nombre de Francisco, por parte de Mario Bergoglio, no fue por acaso. Este nombre representa y simboliza un modelo diferente de ser iglesia y de ejercer el ministerio petrino. Una iglesia más cercana al clamor del pobre, amiga y madre de los vulnerables de la sociedad, de puertas abiertas a todos. Una forma distinta de ser papa, obispo de Roma y pastor universal, renunciando a “psicologías principescas” para recurrir a las “periferias existenciales”, aquellos “claustros olvidados” de la sociedad.

A mi juicio, aquí está lo esencial de este nombre, que es más que un nombre, ya que representa un modelo diferente de ser y entenderse iglesia, y que el papa Francisco, con sus actitudes y reformas, está intentando implantar. Una iglesia inspirada en la vida y ejemplo de Francisco de Asís: en la pobreza, simplicidad, en la humildad y en la confraternización entre todos, incluido, claro está, a los seres de la naturaleza y la propia “hermana madre tierra”, de la espiritualidad franciscana, “la tierra sin males” de la cosmovisión de los pueblos tupí-guaraní, la gran Gaia del pensamiento helénico, la Pachamama de los pueblos andinos, la Cem Anáhuac de los Aztecas, la Abia yala de los indígenas Kuna.

De este modo, la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas ?cuyo adjetivo homónimo hace referencia al gran defensor de los indígenas en los inicios de la colonización de América y primer obispo de Chiapas, fray Bartolomé de Las Casas ?, y la Arquidiócesis de Tuxtla Gutiérrez, tendrán la gracia de ser anfitrionas del papa “misionero de misericordia y paz”.

Sin lugar a dudas, la presencia del pontífice confirmará en la fe y la esperanza a los creyentes del catolicismo en México. Por: Felipe Ortiz Domínguez