Ya no ocultan depresiones

“Googlear mi nombre me llevó a una total depresión”, declaró recientemente Blake Lively a su paso por el desayuno que anualmente organiza la revista Variety en honor de las mujeres más poderosas de Hollywood. Muchas estrellas envidiadas que, como la actriz, disfrutan de poder, carrera, fama, dinero, belleza, familia, reconocen que a veces eso no lo es todo.

La presión de estar constantemente bajo la mirada del público, de sus comentarios y su cyber-bulling puede agotar a cualquiera. Lively lo reconoció sonriente. Otros, como Brad Pitt, también han abierto su corazón. El actor confesó para la revista GQ de mayo sus problemas con el alcohol y cómo estos han formado parte de los motivos que han terminado con su matrimonio con Angelina Jolie.

En sus declaraciones, admite que la bebida fue una forma de mitigar una educación para la que el concepto de padre es ser una figura “llena de fortaleza y de poder”, donde las dudas no tienen lugar. Un sentimiento complicado cuando uno es el progenitor de seis hijos y tiene que ser perfecto ante el público, pero mientras que todos desean ser Brad Pitt, él preferiría cambiar su nombre y desaparecer en el anonimato.

Junto a Pitt está Ben Affleck, a quien la vida de estrella le aportaba un halo de triunfador, pero él también presenta un aspecto muy desmejorado desde su divorcio de Jennifer Garner, con quien tiene tres hijos. Otros como Brooke Shields, Gwyneth Paltrow, Anne Hathaway, Ashley Judd y Zach Braff también han ventilado sus episodios depresivos.

De la presión de la fama ha hablado, por ejemplo, Brie Larson, quien ha reconocido que nunca se sintió tan sola como cuando pasó de ser una desconocida a conseguir el Óscar a mejor actriz por su papel en La habitación.

“Me sentí sola y mal. Avergonzada de tanto hablar de mí”, reconoció en Vanity Fair. Larson encontró la solución en Emma Stone y Jennifer Lawrence, que le escribieron para hacerle saber lo mucho que les había gustado su trabajo.