100 años de una vida de color de rosa: Zoila

En el año de 1922, en México recién concluía la Revolución. Se podían escuchar las primeras ondas radiofónicas y no había carreteras que comunicaran como ahora, ya que el medio de transporte habitual era el caballo.

En ese mismo año el presidente de la nación era Álvaro Obregón y en Chiapas gobernaba Tiburcio Fernández Ruiz.

Una vida alegre

Simojovel, Chiapas, vivía una etapa de apogeo, pues las ventas de café, tabaco y ámbar eran motor de la economía, y el 16 de enero de ese mismo año nació Zoila Salazar Zúñiga, la mujer que en este 2022 cumple cien años de una vida que asegura, siempre ha sido muy alegre.

Sus padres eran propietarios de la tienda La Popular; en ese tiempo, cuenta, en Simojovel, era una especie de supermercado: había farmacia, ferretería, boutique y de todo, incluso dulces, no como ahora que los comercios están separados.

La Popular estaba localizada justo frente al parque central de aquel municipio, que surtía todos los productos que se pudieran necesitar.

Así fue como la pequeña Zoila creció en medio de las ventas y pesando productos que, en aquel entonces, narra, no se vendían en bolsas de plástico, se envolvían en papel periódico o algún otro similar.

En la capital

Los primeros años de la primaria los hizo en Simojovel, para después cursar un par de ciclos escolares en Tuxtla Gutiérrez, a donde llegar requería de tres días, pasando por veredas y caminos de terracería, incluso el automóvil sólo llegaba hasta Chiapa de Corzo.

En Tuxtla, la pequeña Zoila, de entonces 10 años, estudió los años tercero y cuarto en la Primaria Anexa, una institución sólo de mujeres y que se encontraba en donde ahora hay edificios particulares, justo detrás del Palacio de Gobierno.

Aquí, comenta, fue tratada con mucho cariño por la propietaria de una casa de huéspedes ubicada muy cerca del centro oriente de la ciudad, llamada La Guadalupana.

La señora Rita Calvo era la dueña del sitio en donde estuvo dos años y quien asegura la trató muy bien, pero dos años después, un 24 de diciembre regresó a casa, en Simojovel, en donde le fue preparada una fiesta especial por su regreso, sin embargo, ella prefirió disfrutar de la misa por la celebración del niño Dios.

El plan era regresar a Tuxtla, no obstante, su madre prefirió que se mantuviera apoyando en las actividades del negocio.

El trabajo

A pesar de que en aquellos años la mujer pocas veces trabajaba fuera de casa, a los 14 o 15 años fue nombrada responsable de atender una caseta de teléfonos que se encontraba en la presidencia municipal y tiempo más tarde fue tesorera municipal.

En medio de esta actividad, y a pesar de que un par de hombres mayores trataron de conquistarla, su destino estaba a lado de César Pastrana Zenteno, quien era originario de Bochil y con quien se casó y, asegura, vivió una vida muy plena y de la que nacieron cinco hijos, tres mujeres y dos hombres.

Incluso detalla que su hija Astrid nació cuando ella ya tenía 41 años, y sus hijos mayores estudiaban el nivel superior en la Ciudad de México.

Tras casarse se hizo cargo junto a su esposo de un negocio dedicado a la venta de diferentes productos, pero en especial a la venta de tabaco, café y vinos y licores.

Mejor el negocio que la cocina

Sonríe al tiempo de comentar que siempre prefirió el trabajo de oficina o el negocio que estar en la cocina, por lo que su esposo también prefería contar con su apoyo en los negocios, así que todos los días compraban comida hecha en restaurantes.

“Feliz de la vida, porque no me quería meter a la cocina”, sonríe.

Para1954 la pareja decidió venir a vivir a Tuxtla Gutiérrez, mientras sus hijos estudiaban en un internado en San Cristóbal de Las Casas, por lo que adquirieron algunas propiedades, de tal manera que mientras su esposo atendía un rancho, ella se dedicaba a la atención de estos.

El Palmar, San Juan, en Berriozábal, eran ranchos de producción lechera, a lo cual se dedicó su esposo César, y ella lo apoyaba con las ventas, hasta que falleció hace ya cerca de tres décadas.

A los cien años, Zoila Salazar es una mujer que conserva un ánimo excelente y sostiene que siempre ha vivido muy alegre.