El patriarcado prevalece en sociedades

Datos recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) demuestran que la violencia contra las mujeres continúa siendo un problema generalizado y devastador que se empieza a sufrir de forma alarmante en edades tempranas, ya que ocurre en los espacios más íntimos, donde se ejerce de diferentes formas.

Lo anterior, lo manifestó Celia Marín Sasaki, maestra en Derecho y presidenta de la Comisión de Igualdad de Género del Poder Judicial de la Ciudad de México, durante una ponencia virtual que ofreció, organizada por la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDH).

Se refirió a lo que se denomina como la “pandemia de la violencia hacia las mujeres”, término que fue acuñado así por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en referencia a que 11 mujeres diariamente mueren por esta causa en nuestro país.

Además que de acuerdo a la Encuesta Nacional sobre Dinámica de las Relaciones en los Hogares (2016), seis de cada 10 mujeres han sufrido violencia alguna vez en su vida.

Hasta hace poco tiempo se creía que la violencia de género era de carácter privado, es decir, era un asunto personal y se tenía que resolver en el contexto familiar.

Indicó que anteriormente ejercer la violencia era incluso entendido como un derecho de los hombres, como algo normal e incluso legítimo, por lo tanto ni el gobierno ni las instituciones debían intervenir, lo que todavía ocurre en algunas sociedades.

Señaló que el patriarcado es una palabra de origen griego que quiere decir “mandar” y tiene relación con los conceptos de “patria” y “familia”. Este dominio encuentra su justificación ancestral y antropológica en la idea de que las mujeres necesitan de protección y cuidado.

Se cree que las mujeres desarrollan una dependencia hacia los hombres, circunstancia que concede a éstos una ventaja social, al considerarse con mayor capacidad como proveedor, protector y ejercer dominio exterior.

A partir de la división social del trabajo entre mujeres y hombres, en función de sus diferencias biológicas, se transita hacia una cultura patriarcal, en la que el hombre es el centro y la mujer ocupa un lugar secundario, llegando a ser considerada como objeto.

No obstante, históricamente se ha evolucionado la concepción de la mujer como simple reproductora hasta llegar a nuestros días, en que se han reconocido los derechos en igualdad con los hombres, lo que ha ido ganando terreno en todos los espacios públicos.

Sin embargo, el cambio en las mentalidades no se produce con la rapidez necesaria, puesto que aún existen estructuras sociales que perpetúan las características y efectos del patriarcado, una forma de organización familiar que encuentra tierra fértil en la educación estereotipada que todavía se imparte desde edades tempranas.

Otro factor que perpetúa la organización patriarcal es la resistencia social al desarrollo de las mujeres, en igualdad de condiciones con los hombres, en todos los ámbitos de la actividad laboral.

La presencia de las mujeres en la política, economía, ciencia, cultura, aunque se ha incrementado notablemente aún no alcanza igualdad con el hombre; sigue siendo histórica la deuda con las mujeres para que éstas logren un pleno desarrollo de todos los ámbitos de poder.