Febrero no son solo los tamales: Martínez Castilla

La arquidiócesis de Tuxtla Gutiérrez invitó escuchar lo que nos pide el Señor Jesus: ”amar sin medida”.

El arzobispo Fabio Martínez Castilla comentó que estamos cerrando el primer mes de este nuevo año, y de la mano de Jesús, Nuestro Señor, nos disponemos a caminar en la historia que vamos construyendo.

“Quiero invitarles a que, desde nuestra experiencia humana y desde muestra experiencia de fe vivamos el mes de febrero como una oportunidad maravillosa de escuchar lo que nos pide el Señor Jesus amar sin medida, y así vivir la alegría que nos ofrece el ser amigos de nosotros mismos, de nuestra familia, de Dios, de la naturaleza o casa común y de los que sufren”.

Apuntó que empieza el mes con la celebración de la Candelaria, fiesta en que celebramos la Presentación del Señor que sufre Jesús en el Templo como Luz de todos los pueblos.

Comentó que si bien tradicionalmente, esta fiesta nos lleva también como amigos a compartir los tamales o lo que hayamos acordado; hizo una invitación a que sobre todo contemplemos, en el evangelio de Lucas, al anciano Simeón que esperaba con inmensa alegría ver al salvador y pidió que nos imaginemos el gozo de este anciano al tener al Niño Jesús en sus brazos.

“Imaginémoslo, el anciano amigo de Jesús, que le dio sentido eterno a su vida, y proclama: Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz porque han visto mis ojos tú salvación (Le 2, 29-30)”.

Pidió que estemos de corazón atento y con actitudes positivas con todos nuestros ancianitos de casa y de fuera de casa. Que esta fiesta encienda nuestros corazones, y aceptamos nuestra misión de ser “sal y luz” en medio del mundo.

También el 2 de febrero se celebra la Jornada Mundial de la vida religiosa, creada en 1997 por San Juan Pablo II. Esta es una jornada eclesial para celebrar el compromiso de los religiosos, institutos seculares y las nuevas formas de vida consagrada.

Cuando el Papa santo instituyó esta Jornada, comentó que el objetivo de ella es «ayudar a toda la Iglesia a valorar cada vez más el testimonio de quienes han elegido seguir a Cristo más de cerca mediante la práctica de los consejos evangélicos y, al mismo tiempo, quiere ser para las personas consagradas una ocasión propicia para renovar los propósitos y reavivar los sentimientos que deben inspirar su entrega al Señor”.