Actualmente el número de enfermos por infecciones asociadas a la hepatitis es mayor al número de personas que viven con VIH o tuberculosis en el mundo, por eso es considerado un problema serio de salud pública, indicó Magdalena Sánchez Osorio, responsable del Programa de Eliminación de la Hepatitis C, en el Hospital General “Dr. Jesús Gilberto Gómez Maza”.

Mencionó que a nivel mundial un aproximado de 325 millones de personas padece de infección por el virus de la hepatitis B y C. En el caso del primero, sólo el 10 por ciento de los infectados saben que lo padecen, y en el segundo, únicamente el 19 por ciento.

Actualmente cada 30 segundos fallece una persona en el mundo por una enfermedad relacionada a infecciones por hepatitis viral. Un dato preocupante es que sólo el 42 por ciento de los niños se vacunan contra la hepatitis B al nacer.

Enfatizó que en ocasiones se puede adquirir la infección y no presentar síntomas hasta mucho tiempo después, cuando ya existe un daño importante en el hígado.

Explicó que la hepatitis es la inflamación del hígado, cuya principal causa son las infecciones virales. Existen diferentes tipos, los más comunes son: A, B, C, D y E. los síntomas generales son fiebre, malestar general, articular, dolor abdominal, además de desarrollar una coloración amarilla de la piel, heces de color blanco, orina oscura, pérdida de apetito, náusea o vómito.

En el caso de la hepatitis A y E, la vía de transmisión es fecal-oral, es decir, cuando se consumen alimentos o agua contaminada, por igual cuando no se tiene una higiene adecuada de manos y también en la preparación de los alimentos.

La hepatitis B, C y D se transmite cuando hay contacto con sangre contaminada o secreciones corporales, esto al compartir objetos de higiene personal como rastrillos, cortaúñas, tijeras, cepillos dentales, o en una transfusión sanguínea insegura, por compartir jeringas y por contacto sexual.

Algunos de estos tipos producen una infección aguda, es decir, la persona estará enferma por un tiempo pero se va a recuperar; en el caso de los tipos B, C y D, los pacientes pueden desarrollar una infección crónica, persistiendo la inflamación en el hígado, ocasionando que se llene de cicatrices.

Si esto ocurre, la especialista explicó, se desarrolla cirrosis y en algunos casos se puede transformar en cáncer hepático. Estas consecuencias se pueden prevenir atendiendo los síntomas con un médico para que determine el tipo de hepatitis que se padece y así suministrar un tratamiento.

Apuntó que la hepatitis A y E no tienen un tratamiento específico, ya que la infección se resuelve naturalmente. Únicamente se recomienda reposos e hidratación, además de una buena alimentación. Se deben evitar los medicamentos que no sean necesarios. Y en algunos casos aislados se puede presentar una falla hepática fulminante.

Los tipos B, C y D sí tienen tratamientos con antivirales altamente efectivos. Con el tipo C los pacientes sí se curan.