Resina, el oro que brota de los árboles
En la imagen se le muestra a ejidatarios cómo se hace la rebanada de cara en los pinos. Cortesía

Desde el año 2005, comenzaron en Chiapas los primeros trabajos de explotación de la resina, un material pastoso o líquido que brota de forma espontánea de los árboles. Es un producto que se ha vuelto el “oro blanco” de las comunidades y ejidos que se dedican a su producción que, cuando se respetan las reglas de las autoridades ambientales, deja buenas ganancias.

José Luis Guerrero Soto, consultor externo en Pronatura Sur, explicó que el uso de esta materia prima tuvo su auge con la llegada de la empresa (Grupo) AlEn, para la fabricación de artículos de limpieza. En aquel momento se requerían de grandes cantidades para obtener un derivado: el aguarrás.

Recordó que la compañía instalada en Chiapas entre 2012 y 2018, era la única que compraba dicho insumo con las comunidades que hacían el aprovechamiento forestal; a la par venía un intercambio en la adquisición de materiales, a fin de facilitar los procesos de extracción y capacitación.

Contexto

Fue en el año 2005, que al interior de la reserva natural La Sepultura se realizó un estudio de factibilidad. Ahí se determinó que era viable el proyecto. Ya en el año 2015 fue cuando se obtuvieron los niveles más altos en producción de resina, de entre 140 y 145 toneladas; en la época de los diagnósticos se habían visitado entre 30 y 40 ejidos para el aprovechamiento.

Revisión de sitios más productivos

Los lugares fueron recorridos por dos razones: la primera, para consultar a la población si tenía interés de participar; y la segunda, analizar que existiera un potencial ecológico y socioeconómico para la actividad. En la actualidad, Cintalapa es el municipio que mayor producción anual de resina tiene.

Guerrero Soto informó que la copropiedad Niños Héroes y el ejido Corazón del Valle son los lugares que mejor han aprovechado este producto. Otros sitios, explicó, al ver que este proyecto ha sido exitoso, han intentando replicar la estrategia.

A finales del 2021 se hicieron otros planteamientos para rescatar las zonas que tenían un antecedente en la producción del material pastoso. Tratándose del ejido California (que fue el primer espacio que se apropió de esta actividad en Villaflores) y de Nuevo Vicente Guerrero, sobre el municipio de Villa Corzo.

¿Vale la pena producir?

El ingeniero forestal puntualizó que en Chiapas, durante 2021, se logró producir más de 81 mil kilogramos de resina y se espera que en este año se superen las 100 toneladas. Entre 2012 y 2018, los productores tenían un canal directo de comercialización, no obstante, después se buscó que el producto se llevara a Michoacán; el año pasado también se mandó a Guatemala.

La resina se ha convertido en una materia prima de interés y su uso es variable, pues se puede ocupar para la fabricación de múltiples productos. Una vez que se extrae de los árboles, se lleva a los tambos a fin de tenerlos listos para la empresa que los requiera.

Ya al interior de los contenedores la resina se va a una limpieza y es sometida a calentamiento, y es ahí donde comienza la separación de los elementos. Lo que se deriva de este proceso puede usarse en otras industrias, agregando nuevas sustancias y metodologías.

Producción y densidad

Para obtener una tonelada mensual de resina, las especies preparadas en las hectáreas deben tener unas 2 mil 500 o 3 mil heridas. A nivel local, hay personas que en sus terrenos y árboles tienen hasta seis mil “caras” y pueden generar más de dos toneladas cada seis semanas.

Esto en términos económicos, dijo el especialista, si se pone de promedio entre 24 y 25 pesos el kilogramo, se generarían 62 mil 500 pesos para una persona que trabaje un bosque de 50 o 60 hectáreas.

Precio a la venta, sube y baja

Por ahora, Chiapas tiene entre 700 y 800 hectáreas que producen resina. La cantidad varía a lo largo del año, ya que depende, también, de la especie de pino que se utilice. Las que se ocupan a nivel local son muy buenas y el porcentaje más alto se puede alcanzar de febrero a junio o julio, tomando en cuenta la llegada de las lluvias con lo que bajan los trabajos hasta en un 30 %.

La Gerencia Estatal de Chiapas de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) detalló, a través de la presentación del documento “Aprovechamiento de la resina de pino en Chiapas” (septiembre de 2020), que el precio de venta de este producto ha sido muy variable en los últimos años.

Por ejemplo, en el 2012 un kilogramo tenía un costo de entre 5.50 y máximo de 6.50 pesos. De 2014 a 2017 se mantuvo por debajo de los nueve pesos (8.50); fue en 2019 que tuvo un despegue al llegar casi a los 11 pesos, pero en el 2020 se desplomó a 7.63 pesos.

El consultor externo de Pronatura Sur enfatizó que hoy se vive una realidad distinta, ya que se han alcanzado precios históricos que se mueven, esto cuando ya está puesto el producto en planta en Michoacán, con lo que se obtiene entre 35 y 39 pesos el kilogramo.

El ingeniero forestal puntualizó que hasta ahora no hay evidencia científica que compruebe la relación de un árbol resinado con otro que esté muriendo. Tampoco, remarcó, se frena el crecimiento de los pinos con base en algunos estudios.

Diámetros mayores a los 25 centímetros en los árboles es la clave para determinar el número de heridas que se pueden hacer, y por ende, la cantidad de resina que se puede sacar. En teoría, un pino puede producir -de forma anual- entre 2.5 y hasta 10 kilogramos de materia prima, con el máximo de caras por unidad.

Analizar el terreno

Antes de que una persona se interese por ingresar al mundo de la producción de resina, el ingeniero forestal comentó que es fundamental que las comunidades analicen qué tan productivos son sus bosques, por lo que después vendría la elaboración de estudios de aprovechamiento y las autoridades consecuentemente tendrían que validar la documentación para comenzar con la extracción.

Se tienen que seleccionar los árboles que dan el diámetro mínimo para trabajar, después se ajustan los pinos con las heridas y se usa el hacha para hacer los cortes, los cuales deben estar por el orden de los 10 x 25 centímetros. Se coloca una lámina y abajo un cacharro para recolectar el líquido. Esto ocurre unos 20 días después.

Después del reposo comienza el proceso de producción de la resina, que viene acompañado con el rebane de las caras que tiene el pino. En esta fase se ocupa una hacha de raspar y cada ocho días se hacen los cortes que deben avanzar de forma vertical, como máximo, un centímetro, y la profundidad puede ser de dos milímetros.

Aun y cuando la resina representa una nueva oportunidad de generar ingresos en las comunidades, todavía hay resistencia en algunas zonas para poder ver esta actividad como una prioridad dentro de los terreros, bajo la justificante de la inestabilidad en los precios o la falta de procesos de capacitación.