Sistema alimentariopropicia deforestación
Los pequeños productores deben volverse más competitivos para mantener una economía estable. Cortesía

n MdeR / CP

El sistema alimentario actual es el principal factor causante de la deforestación y la pérdida de biodiversidad, y genera una cuarta parte de la contaminación con gases de efecto invernadero en el mundo, afirma en una investigación el Banco de Mundial.

En este sentido, señala que los aproximadamente 500 millones de pequeños agricultores de todo el mundo, que aportan el 80% de los alimentos, se encuentran entre los grupos más pobres y malnutridos.

Sin embargo, especifica que para 2030 el cambio climático podría empujar a más de 100 millones de personas a la pobreza extrema, principalmente debido a los impactos en la agricultura y la seguridad alimentaria.

En consecuencia, es esencial mejorar el desempeño del sistema alimentario si se pretende alimentar de manera sostenible a casi 10 mil millones de personas para 2050 y a la vez elevar los ingresos de los agricultores, protegerlos del cambio climático y ayudarlos a prosperar.

Considera que las tecnologías digitales innovadoras tienen el potencial de generar impactos positivos significativos en las cadenas de valor de los alimentos.

Abarcan desde las innovaciones que pueden hacer más eficiente el uso de los recursos en los sistemas alimentarios y volverlos más resilientes frente al clima (como la agricultura de precisión, la edición genética y la protección biológica de los cultivos) hasta las tecnologías que mejoran la trazabilidad de los alimentos de la granja a la mesa.

De esta manera se analizan las oportunidades que ofrecen las tecnologías digitales, entre ellas, el aumento de la transparencia en las cadenas de valor agrícolas, las granjas inteligentes y la mejora de los servicios públicos.

También se examinan algunos de los riesgos, como la concentración excesiva de los prestadores de servicios, la gestión inadecuada de los datos y la exclusión.

En el informe se describe una serie de posibles puntos de partida para implementar medidas públicas orientadas a aprovechar las oportunidades que pueden generar la ampliación de la cobertura de la red en las zonas rurales.

Precisa que las tecnologías digitales pueden reducir significativamente los costos que conlleva vincular vendedores y compradores; reducir las desigualdades en el acceso a la información, los conocimientos, las tecnologías y los mercados.

Asimismo, puede ayudar a los agricultores a tomar decisiones más precisas sobre gestión de los recursos proporcionando, procesando y analizando una cantidad creciente de datos con mayor rapidez, y posiblemente reducir las economías de escala en la agricultura de modo que los pequeños productores se vuelvan más competitivos.

Una serie de tecnologías digitales aplicadas en el sistema alimentario ya están dando como resultado consumidores y productores mejor informados y más participativos, establecimientos agrícolas más inteligentes y mejores servicios públicos.

Estas tecnologías van desde los simples videos digitales (sin conexión a la red) en los que se brinda asesoramiento a productores hasta sistemas complejos como las tecnologías de registro distribuido para garantizar la trazabilidad en la cadena de valor y algunas formas de agricultura de precisión.

Las tasas de adopción de las tecnologías digitales varían significativamente de un país a otro: en la actualidad, las más bajas corresponden a los países de ingreso bajo.

Para lograr un mayor grado de aplicación en el sistema alimentario, será necesario abordar factores vinculados tanto con la oferta (como la escasa cobertura de la red en las zonas rurales y poca disponibilidad de aplicaciones digitales) como con la demanda (por ejemplo, la necesidad de mejorar las aptitudes y los conocimientos, la confianza, la asequibilidad y la ausencia de inversiones complementarias).

Si bien las tecnologías digitales encierran un potencial importante, también conllevan varios riesgos, como la concentración excesiva de los prestadores de servicios, la falta de privacidad de los datos, la exclusión y la posible pérdida de empleos en algunas actividades, y las fallas en la seguridad informática.

Para abordar estos riesgos, es necesario lograr que los obstáculos al ingreso de nuevos prestadores de servicios sean mínimos, garantizar una adecuada gestión de los datos, brindar asistencia específicamente a los pequeños agricultores, los jóvenes, las mujeres y otros grupos vulnerables, y respaldar el desarrollo de aptitudes.

Las tecnologías digitales no deben considerarse la panacea, aún si ofrecen valiosas oportunidades. Otro tipo de inversiones son igualmente importantes, por ejemplo, las que permiten tener mejores carreteras, suministro eléctrico sin interrupciones, instalaciones para el almacenamiento de las cosechas y una mejor logística que vincule a los agricultores con los mercados. Un clima más propicio para las inversiones y las políticas gubernamentales adecuadas incrementarán a su vez la demanda de tecnologías digitales.