El destino lo llevó a ser figura sobre el ring

El “arte del pancracio” es un deporte con gran arraigo en todo México, debido a la cercanía que existe entre los luchadores y la afición, pero también por la historias peculiares que han vivido los gladiadores para alcanzar el éxito sobre el ring.

Este es el caso del chiapaneca Tribal, quien por azares del destino se topó con la Lucha Libre sin siquiera pensarlo. Ahora, y tras más de una década de estar llevando alegrías a miles de aficionados, recuerda con mucho entusiasmo sus orígenes.

“Tenía entre 17 y 19 años cuando la Lucha Libre y yo nos topamos. Y fue así porque en una ocasión caminaba por la calle y me di cuenta de un anuncio que decía ‘Escuela de Lucha Libre’. Decidí entrenar y ver qué es lo que se hacía; luego de ver a las personas entrenando, me motivé para al volver al día siguiente y comenzar a entrenar”, expone el luchador.

Tras cuatro meses de trabajar día con día, a Tribal le llegó el momento estar arriba de una lona, pero todavía no a lo grande. Tal situación se dio un año después, cuando la tres veces estelar Triple A se presentó en San Cristóbal de las Casas y, ahí sí, el nerviosismo se apoderó del gladiador chiapaneco.

“Fue en San Cristóbal de las Casas; tras foguearme con funciones locales, llegó la máxima prueba. Con cartel completo se presentó la AAA. Mi padrino fue Arturo Rivera, me dio la patada de la buena suerte en febrero de 2007 en la extinta plaza de toros San Sebastián”, explica el luchador.

Después de eso, la emoción creció al máximo para Tribal. Su padre lo llevaba de pequeño a las diferentes funciones que se realizaban. Ahí nació su gusto por la Lucha Libre. Años más adelante llegaría la opción de ser parte de esas funciones, brindado un regalo único a su papá por explicarle de niño todo lo referente a este deporte.

Hoy en día, siendo parte de Promociones Internacionales del Sureste, Tribal ve con buenos ojos que la Lucha Libre continúe siendo del gusto de las personas, pues es de locos pocos deportes en donde el contacto entre afición y atleta es real, y quien hoy lo ve desde las gradas, mañana, con gran esfuerzo y dedicación, puede estar arriba de un ring siendo aplaudido por muchas personas.