Uno de los villanos más famosos del cine es pelirrojo, de ojos azules, pecoso y viste un overol. Chucky, el muñeco que lejos de convertirse en el mejor amigo de los niños fue objeto de sus pesadillas, está de regreso, pero sin el espíritu que lo concibió, aunque con tecnología de punta con la que sus realizadores pretenden que continúe aterrorizando.

“Hola, soy Chucky. ¿Quieres jugar?”, fue una frase que nació en 1988 con el estreno de una de las películas más afamadas del cine de terror estadounidense.

En esta semana se estrena El muñeco diabólico (Child’s play, 2019), filme dirigido por Lars Kleverg, un reboot del filme de 1988, de Don Mancini, aunque ahora el muñeco cuenta con inteligencia artificial, por lo que puede vincularse a cualquier gadget y variedad de aparatos del hogar. Se trata de una historia vestida tecnológicamente que busca reinventar al personaje que se convirtió en una figura de la cultura popular.

Cabe destacar que por primera vez una película del siniestro muñeco no cuenta con la colaboración y el consentimiento de su creador, Don Mancini, quien sí participó en Chucky: el muñeco diabólico 2 (1990), Chucky: el muñeco diabólico 3 (1991), La novia de Chucky (1998), El hijo de Chucky (2004), La maldición de Chucky (2007) y El culto de Chucky (2017).

Atrás quedó ya la posesión vudú, la cual le permitió al asesino Charles Lee Ray —nombre que se formó de los de Charles Manson, Lee Harvey Oswald y James Earl Ray—, interpretado por Brad Dourif, traspasar su alma a la de un juguete para aferrarse a la vida, toda vez que se encontraba malherido y acorralado por la policía. Es así que Chucky, quien con sus manitas podía asesinar a diestra y siniestra a las personas, ayudado casi siempre de un cuchillo, tendrá de su lado a la tecnología, sus aliados serán los gadgets y demás aparatos digitales en busca de cometer sus fechorías.