En el ombligo del Jardín López Portillo, rodeada por una pequeña cerca negra, se alza una estructura que carece de forma, pero que los vecinos han bautizado como el “Guardaescobas” o “Mingitorio”, por ser los restos de lo que una vez fue la escultura de La Estampida, de Jorge de la Peña.

El artista jalisciense creó en 1982 su popular pieza de bronce en la que 14 caballos corrían desbocados y enseguida la gente que habitaba el barrio de San Juan de Dios, a un costado del Centro Cultural Cabañas, la adoptó y se volvió una pieza querida, pero se sumó a los despojos que han sufrido.

Renata Rocha Camarena, del Taller Luna Morena, recordó en entrevista en el marco del proyecto artístico Espacios Revelados/Changing Places Guadalajara, que la comunidad ha sufrido varias pérdidas a lo largo de sus años, tales como la llamada “fuente de los niños miones” (obra de Miguel Miramontes que está en el Callejón del Diablo) y la plaza de toros El Progreso.

La escultura de los caballos fue retirada del Jardín López Portillo en 1997 y fue llevada al cruce de la avenida López Mateos y Niños Héroes, punto que los jaliscienses han denominado la Glorieta de los Caballos por ser el lugar donde ahora reside la pieza.

Así mientras el nuevo destino de la obra de arte se volvió un punto de referencia para los habitantes de una de las tres grandes ciudades de México, el barrio perdió un símbolo por el cual se sentían orgullosos. Observando esto, el proyecto artístico y el imaginario de Miguel Ángel Gutiérrez, de la mano del Taller Luna Morena, crearan unos títeres con bicicletas que permitieron a los adultos mayores dar vuelta a su memoria y recordar los años en que estaban los equinos, pues desde el primer día que la pieza llegó a la plazuela algunos empezaron a recordar cuando estaba allí La Estampida.

La madre de Renata Rocha fue una de las personas que presenciaron los 14 caballos a un costado del Hospicio Cabañas. Ella le contó a su hija que la pieza le daba otro cuerpo y ánimo a la plaza, pues antes a la gente le encantaba ir y ver la obra, además que era un sitio donde incluso turistas se iban a tomar una foto. “Se les rompió mucha vida barrial. Ella recordaba otro tipo de sensación en la zona, como con mucha gente del barrio visitando el parque, además movimiento de turistas. Estaba más habitado”, evocó.

La joven coordinadora aseguró que la comunidad ha sufrido bastantes despojos, pero la situación es más grave pues cada vez la gente es más adulta y los jóvenes se van para continuar sus estudios. Más allá de perder la pieza, consideró, por los comentarios que ha escuchado de los habitantes, que con cada despojo se les ha desconectado más, pues incluso antes tenían un cine, pero un día cerro y tiempo después se abrió un estacionamiento público.

“Estuve platicando con la gente de esa activación (la de la cubana Marta Maria Borrás) y lo que decían es que la gente salía y convivía allí, pero también se los quitaron (el cine). Y lo sientes si caminas por la explanada frente al Cabañas; sientes otra vibra a la de aquí, que es desolación”, dijo.

Reuniendo las memorias colectivas barriales, y de la mano de niños de la Escuela Urbana Número 182, se pudieron revivir los recuerdos con “El regreso libre de La Estampida”, porque era algo a lo que la mayoría tenía mucho anhelo y cuya ausencia los ponía tristes. “El regreso libre de La Estampida” permitió, a lo largo de más de una semana, que los habitantes del barrio de San Juan de Dios pudieran revivir sus mejores recuerdos, pero además compartir una historia a otras generaciones para dar una nueva vida al barrio.