Fue en la XEW donde Flor Silvestre conoció a quien sería su esposo por más de 40 años, en aquel entonces conocido como Toni Aguilar, un cantante que visitó la cabina de la entonces locutora, pero también intérprete de rancheras. Ambos se volvieron compañeros de oficio, el arte de interpretar fue lo que juntó sus caminos en aquel 1950.

Antonio Aguilar fue el tercer esposo de Guillermina Jiménez Chabolla, como era su nombre real, juntos hicieron más de 20 películas en la época del cine de oro mexicano, giras y espectáculos de charrería. Tuvieron dos hijos, Antonio y Pepe y su amor quedó en pausa solo cuando en 2007 la muerte alcanzó a quien fue conocido como “el charro de México”.

En 2016, como parte de un documental dedicado a Flor Silvestre, ella no hizo más que hablar del sendero que recorrió junto al amor de su vida. “Yo no sé qué decir de mí, tengo todo que decir de él, lo más lindo que hay, cada rato hablo de él porque cada instante está conmigo, cada momento, cada segundo en mi vida. Siempre a mi lado, ahora que no está él y que me hagan un homenaje a mí, no, no, yo siento que estoy cosechando lo que él sembró”, comentó.

Aunque en cine ya habían trabajado juntos interpretando las canciones de cintas como El gavilán vengador, fue hasta 1956 durante el rodaje de la película La huella del chacal, en donde ambos actuaban, que se enamoraron. Flor ya era madre de tres niños: Dalia Inés, Marcela y Francisco Rubiales, a quienes Antonio adoptó como sus hijos, pero que tuvo a lado del conductor Paco Malgesto.

Se casaron por el civil el 29 de octubre de 1959 y años después por la iglesia, cuando ambos anularon sus matrimonios anteriores, él se casó con la bailarina Otilia Larrañaga, pero tiempo después la misma Flor confesó que él lo hizo como arrebato tras una pelea que tuvieron. “Un día fuimos a la presa mocha y nos llegó el momento de hambre, agarró un bote tirado, lo lavó en el río y puso una cosa para agarrar un pescado, agarró el pescado, hizo una lumbrita y lo coció y comimos pescado, así era él”, recordó la actriz originaria de Guanajuato.

El compositor Jorge Arturo Salinas compuso para este matrimonio la canción “Para siempre juntos”, que fue interpretada por Silvestre. Tras la muerte de don Antonio, la cantante decidió vivir en el rancho que él le construyó en Zacatecas. “Cada ladrillo es una canción”, le decía y en varios espacios grabó una flor para hacerle honor.