Unión de Chiapas a México
La federación de Chiapas a México se concretó en 1824. Cortesía

En agosto de 1824 los representantes que guiaban los pasos de la Junta Suprema Provisional Gubernativa de Chiapas decidieron que había llegado el momento de dar por concluido el proceso por el cual los pueblos habían manifestado, desde diciembre de 1823, su deseo de que la provincia se uniera a México o a las Provincias Unidas del Centro de América (entonces era común llamar Guatemala a la república centroamericana). Con el propósito de que terminara cuanto antes, el 28 de agosto formaron dos comisiones cuyos trabajos serían fundamentales para elaborar el “pronunciamiento” general y definitivo.

Una de dichas comisiones fue la que se encargó de examinar las actas en que los pueblos asentaron el sentido de su “pronunciamiento particular”; la otra se comprometió a hacer el padrón de población para fijar la cantidad de habitantes de cada pueblo. Ambas comisiones fueron advertidas de que no contaban con mucho tiempo y que debían apresurarse. En un lapso demasiado breve cumplieron su cometido, de manera que el 9 de septiembre la comisión que revisó las actas entregó a la Junta un dictamen detallado de su lectura; solo requirió de 12 días para hacerlo. La otra comisión, la del padrón, lo entregó el día 11, habiéndolo hecho en 14 días.

Todo ocurrió a gran velocidad, como si la Junta tuviera que cumplir las exigencias del gobierno de México, que el 26 de mayo anterior había publicado un decreto poco sensato en el que concedió a las autoridades chiapanecas un plazo de 3 meses para que le comunicaran que la provincia había decidido agregarse a su país. Es cierto que esa especie de ultimátum no fue obedecido, aunque mucho debió influir en su ánimo para que actuaran sin pérdida de tiempo. Y es que al gobierno mexicano le urgía tener en su poder el aviso oficial de que Chiapas se le había unido para enseguida incluirla entre los estados miembros de su federación, lo que daría a conocer en la Constitución política que estaba ya lista para ser promulgada (esto ocurriría el 4 de octubre). 

La Junta chiapaneca cumplió satisfactoriamente la parte que le tocaba al comunicar a sus miembros, de manera inesperada y sorpresiva, que el proceso electivo había llegado a su final. Esto ocurrió el domingo 12 de septiembre. Obsérvese que tomó esta decisión no bien tuvo en sus manos el dictamen de las actas y el padrón de población. Algunos de los representantes esperaban la celebración de una asamblea general en la que se debatiría la  cuestión. 

Esta asamblea, previa a la promulgación del “pronunciamiento” de la provincia a favor de uno de sus vecinos, era más que necesaria, pues algunos partidos y pueblos habían  dejado la elección a la prudencia de su representante, como los partidos de Simojovel y San Andrés que, habiendo dicho que estaban por la federación a México, poco después  delegaron en su respectivo representante el deliberar sobre el tema.

También Ocosingo recurrió a esa medida en un primer momento. Eso mismo hizo el pueblo de Acala, del partido de Llanos (Comitán), y los pueblos de Tuxtla, Suchiapa y Ocozocoautla, del partido de Tuxtla. Es digno de mención el caso del pueblo de Tila, que dijo que, obligado por la  fuerza, deseaba federarse “con Guatemala”; lo mismo que los pueblos de Yajalón y Petalcingo, del partido de Tila, que afirmaron que, “en igual violencia”, preferían a México; y los pueblos de Guaquictepeque y Sitalá, del partido de Ocosingo, que dijeron que su deseo era federarse al país donde la Constitución fuera “más moderada”. 

Los comisionados Fernando Luis Corona, de Simojovel; Ignacio Ruiz, de Llanos (Comitán) y Manuel de Jesús Robles, de San Andrés, anotaron esas inquietudes expresadas en las actas que examinaron. Qué bueno que las anotaron; no obstante, se abstuvieron de hacer algún comentario sobre ellas, seguramente atendiendo la recomendación de la parte dirigente de la Junta de evitar cualquier contratiempo. Si hubieran expresado alguna observación al respecto, se habrían visto obligados a sugerir la celebración de una asamblea para que los representantes discutieran esas opiniones. 

Esto no sucedió. Lo único que hicieron los 9 representantes que asistieron a la  reunión del día 12, fue hacer 2 columnas, una con los pueblos que se manifestaron a favor de México, y otra con los que prefirieron a las Provincias Unidas del Centro de América. Hecho esto, tomaron del padrón de población la cantidad de habitantes correspondiente a cada pueblo.(Debe decirse que en esta reunión estuvo presente el “señor Agente del  Supremo Gobierno de la República Mexicana, don José Javier de Bustamante…” y que el gobierno de las Provincias Unidas del Centro de América no envió a nadie). 

Las sumas de cada columna dieron por resultado que la mayoría de los chiapanecos (96 829) había mostrado su preferencia por la federación mexicana; que 60 400 se inclinaron hacia las Provincias Unidas del Centro de América, y que un partido (Ocosingo)  y tres pueblos del partido de Tila (Moyos, Sabanilla y Tumbalá) fueron calificados como “indiferentes”. Es necesario aclarar que los 3 pueblos del partido de Tila lo que  manifestaron fue que querían ser independientes de una y otra república. 

El único representante que protestó ante sus colegas que dirigían la Junta fue el capitán Joaquín Miguel Gutiérrez, del partido de Tuxtla que, viendo que ya todo estaba decidido, pidió permiso para retirarse de Ciudad Real y regresar a Tuxtla. Esto ocurrió el 11 de septiembre; al día siguiente se daría el desenlace. El capitán Gutiérrez expuso que no estaba de acuerdo en que se hiciera el “pronunciamiento” conforme a “la base de la población” (el total de habitantes, incluyendo personas que no hablaban español, ancianos y niños hasta recién nacidos) ni que los representantes actuaran sólo como sencillos escrutadores. Queda claro que estaba exigiendo la celebración de una asamblea de representantes. Los verdaderos dirigentes de la Junta no hicieron mucho caso de las razones del capitán Gutiérrez y le autorizaron su retiro. Es seguro que convinieron en que, antes de irse, debía firmar el acta del domingo. 

Recuérdese que los representantes de los doce partidos territoriales de la provincia eran, a la vez, miembros de la Junta suprema, y que con esa doble investidura firmaron el acta del día 12; ellos fueron: el presidente en funciones, presbítero Manuel de Jesús Robles, de San Andrés; el doctor Carlos María Castañón, de Ciudad Real; el teniente Martín de Esponda, de Ixtacomitán; el presbítero Manuel Ignacio Escarra, de Soconusco; el subteniente Juan Crisóstomo Robles, de Palenque; el presbítero Pedro José Solórzano, de Huixtán; el presbítero Fernando Luis Corona, de Simojovel; Manuel Espinosa, de Tila; y el vocal prosecretario, capitán Joaquín Miguel Gutiérrez, de Tuxtla.total, 9 representantes, pues no se presentaron el ya muy anciano “presbítero licenciado” Francisco Guillén, de Tonalá, por estar enfermo; Ignacio Ruiz, de Llanos (Comitán), por tener que salir de Ciudad Real “por graves atenciones de su familia” (el fallecimiento de su esposa); y el  presbítero Valentín Solís, de Ocosingo, “a causa de sus enfermedades”. 

En la parte final del acta se lee: “En cuya virtud la Suprema Junta Provisional, conforme en todo a los sentimientos de su circular del 24 de marzo último en que ofreció respetar los votos de los pueblos, ha venido en declarar por legítimamente pronunciada esta Provincia de Chiapa, a fin de que este acto tenga la publicidad, carácter y solemnidad que  demandan las leyes; para su debida firmeza quedó señalado el martes 14 del presente para el pronunciamiento solemne a que deberán asistir en unión de esta suprema Junta y del señor Agente del Gobierno de México, las autoridades, corporaciones, empleados y vecinos  notables de esta capital…”.