Se va 2019 con desilusiones

La mala noticia. Tenemos que cerrar el año con noticias tristes en materia económica. El sexenio de Enrique Peña Nieto cerró con 2.4% de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) y tan solo en un año el actual presidente Andrés Manuel López Obrador provocó una disminución en el crecimiento nacional, trimestre tras trimestre y en forma constante hacia abajo, hasta dejarlo en el presente diciembre en niveles de cero.

¿Cuál es el problema central de ese dato? Muy claro. Los economistas afirman que cada movimiento, hacia arriba o hacia abajo de un punto porcentual de los indicadores macroeconómicos, significa 500 mil empleos. Por tanto, si decrecimos más de 2 puntos porcentuales en el 2019 significa que se perdieron un millón de empleos.

A pesar de lo que el propio presidente jure y perjure que hubo aumento de empleos. Eso es absolutamente falso. Ese es el problema, señoras y señores.

¿Qué provocó ese desastre económico del 2019? Muy sencillo. Atosigado por sus fantasmas imaginarios, su obsesión por frenar la corrupción en todos los niveles y su desconfianza en todo aquel que se le ponga enfrente, el presidente López Obrador decidió, en forma errónea, frenar totalmente la inversión pública, expulsar de compranet a todas las empresas que le eran incómodas, hacer recortes indiscriminados y millonarios al presupuesto de las dependencias gubernamentales, despedir a miles de burócratas y decidió, también, pelearse con los más grandes empresarios del país, entre otras cosas.

Contrario a todo lo anterior, el mandatario nacional ha decidido destinar casi 250 mil millones de pesos (249 mil 957 millones de pesos) para sus programas consentidos en 2020, 29% más en términos reales, según el presupuesto de egresos de la federación para el ejercicio del próximo año y de acuerdo con un análisis publicado por El Financiero, el pasado nueve de diciembre.

Es un dinero que seguramente necesita la gente seleccionada, pero que no genera producción, ni genera empleos ni genera desarrollo ni crecimiento económico para el país.

Los programas consentidos son: Crédito Ganadero a la Palabra, Jóvenes Construyendo el Futuro, Sembrando Vida, el Programa de Mejoramiento Urbano (PMU) y el Programa de Microcréditos para el Bienestar. Aparte están otros: apoyo a adultos mayores, para personas con discapacidad, las becas para Educación Media y Superior.

Los datos de la realidad

El periodo neoliberal, al que tanto se refiere el presidente López Obradora tiene cifras imborrables. Ahí estuvieron. Ahí están. En el sexenio de Ernesto Zedillo del PRI (1994-2000) el PIB creció 3.4 por ciento; en el gobierno del cambio Vicente Fox Quesada de PAN (2000-2006) le economía mexicana creció 2 por ciento, en el de Felipe Calderón Hinojosa del PAN (2006-2012) México creció 1.8 por ciento y el de Enrique Peña Nieto del PRI (2012-2018) el país creció 2.4 por ciento en promedio.

Peña se había propuesto hacer crecer a México en un 6% con sus reformas estructurales, pero los números al final de su sexenio no le salieron como él quería y quedaron en tan solo 2.4.

Andrés Manuel López Obrador se propuso hacer crecer a México en un 4 por ciento cada año, pero los números también le fallaron a él, porque ha terminado su primer año en cero crecimiento.

Sin embargo, yo insisto: los números se mueven hacia arriba y hacia abajo cada trimestre. Tengamos la esperanza en que el próximo 2020 a México le vaya bien en eso del crecimiento. Ya veremos.

La buena noticia

Que nadie sabe qué va a pasar en los próximos cinco años. Es decir, seré más claro: los indicadores macro económicos son tan variables que el próximo año podría México experimentar crecimiento. Los indicadores son trimestrales, así que podríamos los mexicanos llevarnos sorpresas.

Aunque los especialistas en materia económica no se muestran tan optimistas y creen que la espiral tal vez se vaya a la baja. Desde luego que existen los de la parte contraria: quienes piensan que la cosa va a mejorar. Por el bien de México y los mexicanos, todos deseamos que las cosas vayan para bien.  

Es comprensible, a veces

De todas formas y haciendo un análisis profundo de las cosas que están pasando en la política nacional podríamos llegar la conclusión de que México está viviendo un periodo de transición donde –y ahí sí estoy de acuerdo con López Obrador- lo viejo no termina por morir y lo nuevo no acaba de nacer.

Tal vez ahí esté la clave del asunto. Sin embargo y por la experiencia vivida en distintas partes del mundo, el presidente López Obrador, como principal tomador de las grandes decisiones de este país, debería tener mucho cuidado en todo lo que hace, porque de esas decisiones va a depender que México se vaya hacia arriba o que se vaya al abismo en materia de crecimiento y desarrollo social.

Todo está escrito. Los teóricos en materia de administración pública gubernamental y en materia de democracia han escrito cientos de libros en donde han dejado plasmadas sus experiencias y conocimientos que bien pueden ser tomados en cuenta para sacar adelante a México.

También los teóricos en materia de democracia –sociólogos, politólogos, antropólogos y psicólogos, entre otros- han hecho enormes aportes la vida contemporánea del mundo. Sólo hay que poner en práctica sus teorías.

El peligro radica en lo siguiente y de eso también hay muchos testimonios en el mundo. El peligro radica en que 130 millones de mexicanos estén subordinados a la voluntad personal de un solo individuo. Eso es peligrosísimo. Millones de mexicanos confiamos en que las instituciones oficiales y los organismos autónomos sigan funcionado para generar los equilibrios necesarios que ayuden a los mexicanos a vivir en democracia, que no es otra cosa que vivir en libertad y en el ejercicio pleno de sus derechos humanos. Nada más.

alexmoguels@hotmail.com